El papa visita Akamasoa, la ciudad que salió de un basurero, gracias al tesón del misionero argentino Pedro Opeka.
La multitud aclama al papa en Madagascar. Francisco ha celebrado la misa con un millón de personas en una inmensa explanada en las afueras de Antananarivo, en la que unos 300.000 pasaron la noche al raso para asistir a la homilía. Igual que en Mozambique el Papa ha condenado la plaga de la corrupción.
"¡Miro alrededor, cuántos hombres y mujeres, jóvenes y niños sufren y pasan necesidades! Eso no forma parte del plan de Dios", dijo el papa.
Unos 5.000 niños acompañaron al papa Francisco en su visita a Akamasoa, el barrio de la capital de Madagascar, construido gracias al tesón del misionero argentino Pedro Opeka, quien hace 30 años rescató de un basurero a miles de menores y se propuso luchar para que tuvieran una vida digna.
Francisco ha visitado los ambulatorios, instalaciones y escuelas en las que se educa a 15.000 niños.
Un oasis erigido en uno de los veinte países más pobres del planeta, donde un 70 % de las personas vive con menos de dos dólares al día y casi la mitad de los niños sufre malnutrición.