En una prisión de la Stasi de la mano de un antiguo preso

En una prisión de la Stasi de la mano de un antiguo preso
Derechos de autor Reuters / MICHELE TANTUSSI
Por Ana Buil Demur con REUTERS
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Hans Schulze pasó 13 meses de su vida en el principal centro de detención de la Stasi, por enamorarse de una 'espía Romeo'. Ahora cuenta su historia a los visitantes de la antigua cárcel, convertida en museo.

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¿Cómo era la vida en una prisión de la Stasi?

Una visita a la Berlín-Hohenschönhausen permite revivir los episodios de hostigamiento, humillación y tortura que sufrían los presos. Y puede hacerse de la mano de quienes lo vivieron en su propia piel: como Hans Schulze, nacido en 1952, quien pasó 13 meses de su vida en el principal centro de detención de la Stasi.

Miles de presos políticos fueron encarcelados allí. Ahora es un museo y monumento conmemorativo.

"Soy un testigo aquí, en la Berlin-Hohenschoenhausen Memorial, la antigua prisión dirigida por el Ministerio de Seguridad del Estado en la República Democrática Alemana. Tengo unos vínculos especiales con ella, ya que yo era un hombre de negocios de la Alemania Occidental, que fue arrestado al salir de la RDA, el 6 de septiembre de 1986. Espionaje fue la acusación que lanzaron contra mí", explica Hans Schulze, antiguo preso en una cárcel de la Stasi.

Hans fue detenido tras entablar una relación con una muejr, que resultó ser "una informante no oficial de la Stasi", lo que se conocía como una 'espía Romeo'. Hoy por hoy, Hans todavía no sabe con certeza si ella lo amaba o solo lo estuvo utilizando.

Hans Schulze cuenta su historia en esta cárcel de la Stasi, desde 2013. El antiguo centro de detención recibe más de 455.000 visitantes al año.

"Las personas que fueron encarceladas aquí fueron completamente despersonalizadas. Eran tratadas como números y estaban sujetas a una rutina diaria que no les permitía entrar en contacto con nadie, excepto con los guardias, que los vigilaban a intervalos regulares. Al mismo tiempo, se enfrentaban a la imprevisibilidad. Nunca sabían cuando serían llamados para un interrogatorio. No sabían qué iba a pasar con ellos y cuándo. Y, por supuesto, este sistema los hizo muy frágiles", cuenta Kelge Heidemeyer, director de Berlin-Hohenschoenhausen Memorial.

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