¿Qué países europeos tienen las cárceles más masificadas durante la pandemia del coronavirus?

¿Qué países europeos tienen las cárceles más masificadas durante la pandemia del coronavirus?
Derechos de autor Antonio Calanni/AP
Por Marta Rodriguez Martinez
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Los expertos en salud advierten que tras las rejas el distanciamiento social es casi imposible, los servicios médicos pueden ser deficientes e incluso el desinfectante de manos puede llegar a convertirse en artículo de contrabando por su contenido en alcohol.

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Las cárceles de todo el mundo pueden convertirse en potenciales focos de infección durante la pandemia del coronavirus.

Los expertos en salud advierten que tras las rejas el distanciamiento social es casi imposible, los servicios médicos pueden ser deficientes e incluso el desinfectante de manos puede llegar a convertirse en artículo de contrabando por su contenido en alcohol.

En medio de una crisis sanitaria sin precedentes y con la mitad del mundo en cuarenta, el Consejo de Europa ha publicado este martes su informe anual SPACE I sobre las estadísticas penales europeas, actualizadas hasta enero de 2019.

Según este estudio, el país europeo con las cárceles más masificadas es Turquía, con 122,5 presos por cada 100 plazas. Le siguen Bélgica (120,6), Italia (118,9) y Francia (116,5).

En Italia, se han visto motines y levantamientos en una decena de cárceles por las tensiones surgidas por el miedo al nuevo virus. En la prisión de San Vittore de Milán, una de las más grandes del país, algunos reclusos consiguieron subirse a la azotea y colgar una pancarta con la palabra "indulto".

La pandemia ha provocado que las autoridades europeas suspendan las comunicaciones vis a vis, las visitas y los permisos ordinarios a los internos.

Una situación que ha desatado fuertes tensiones en muchos centros penitenciarios, especialmente en los que están desbordados por el hacinamiento de la población reclusa.

La media europea se sitúa en 87,1 presos por cada 100 plazas. España se encuentra por debajo de esta media con 69,7, aunque el número es ligeramente superior en Cataluña (87,8), cuyo gobierno tiene autonomía para gestionar las cárceles.

"Sin duda el hacinamiento en ciertas cárceles europeas es un factor de riesgo de contagio del coronavirus", explica a Euronews Marcelo Aebi, codirector de este informe elaborado por la Universidad de Lausanne. "Las administraciones penitenciarias deberán tomar medidas, y es probable que muchas liberen a personas condenadas que presenten un perfil de bajo riesgo".

La secretaria general del Consejo de Europa, Marija Pejcinovic apuesta por "recurrir a medidas de sustitución a la privación de libertad, en particular en las situaciones de masificación".

Italia ha liberado a más de 4.000 presos de sus cárceles desde el comienzo de la emergencia del coronavirus, según el departamento italiano de Administraciones Penitenciarias (Dap), ya sea por motivos de salud o evitando que los reclusos pasen la noche en prisión si están en un régimen de semilibertad.

Reino Unido también liberó temporalmente a 4.000 reos para aliviar el hacinamiento y tratar de frenar la propagación del coronavirus en las prisiones.

La población carcelaria europea: una tendencia hacia la disminución

En la última década el número de presos en las cárceles europeas ha disminuido en un 25 por ciento, de 67.986 en 2009, a 50.612 en 2019.

El profesor Marcelo Aebi explica esta tendencia en una conjunción de distintos factores que comienza con la desaparición de la "miseria popular" tras la Segunda Guerra Mundial.

"No desaparece la pobreza, pero sí el tipo de pobreza extrema que existió en el siglo XIX y principios del XX", señala. "La existencia de los seguros de desempleo hizo que 'la Gran Recesión' que se inició en 2008 no se tradujera en un aumento de la población penitenciaria".

Aebi también señala como otro motivo la disminución en la llegada de inmigración irregular a Europa occidental tras la crisis económica de 2008. Hasta entonces los extranjeros estaban "sobrerrepresentados" en las prisiones europeas "al no tener acceso a empleos en el mercado oficial ni a seguros de desempleo en caso de perderlos", precisa.

La última causa tiene que ver con las sociedades digitales. Aebi explica que esto supuso el pasaje de la delincuencia tradicional a la ciberdelincuencia, iniciada en los años 1990 y acelerada con la llegada de los teléfonos inteligentes (smartphones) en 2007. "Lo cierto es que muchos ciberdelitos (estafas, por ejemplo, o utilización fraudulenta de tarjetas de crédito) no llegan a conocimiento de las autoridades del sistema de justicia penal, y no conllevan entonces una condena penal", indica.

Sobre cómo este limbo de cuarentena que estamos atravesando la mayo parte de las sociedades europeas podrá afectar al devenir de las poblaciones carcelarias, Aebi dice que obviamente el confinamiento disminuirá los delitos tradicionales. "Pueden producirse aumentos de ciberdelincuencia, violencia doméstica y robos en locales comerciales, pero no parece que esto pueda compensar la disminución de los otros tipos de delincuencia".

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