Las ONG denuncian que sus rescates en el mar han sido restringidos.
El ambiente se tensa en la localidad española de Tunte, situada en las Islas Canarias. Los vecinos intentan impedir la llegada de 71 migrantes subsaharianos que llegaron a la isla en patera. Hasta el momento, estaban durmiendo en la carpa de la Cruz Roja y necesitan un lugar donde pasar la cuarentena obligatoria debido al coronavirus.
El miedo que generan los posibles contagios está complicando la tarea de las ONG, cuyos rescates en el mar han sido restringidos.
"Están tratando de pararnos y de impedir que rescatemos, pero haremos todo lo posible para salvar tantas vidas como podamos de la manera más segura para nosotros, nuestra tripulación y especialmente de la gente que tratamos de ayudar", asegura Chris Grodotzk, portavoz del barco de rescate Sea Watch.
Tiendas de campaña vacías es lo único que queda en este campo de migrantes de la Cruz Roja en la ciudad italiana de Ventimiglia. Tras cuatro años en funcionamiento, el coronavirus y el confinamiento paralizaron su actividad. Ahora no ha sido autorizado a reabrir, pero los migrantes siguen llegando.
"El ciudadano tunecino que llegue a Italia será deportado, porque para nosotros Túnez es un país seguro. No está en guerra y no hay persecución, por lo tanto el 10 de agosto el proceso de deportación comenzará con 80 repatriaciones por semana", ha apuntado Luigi Di Maio, ministro de Asuntos Exteriores italiano.
Estas declaraciones se producen tan solo una semana después de que Italia y Francia anunciasen la creación de una brigada conjunta en su frontera para frenar el tráfico de migrantes.