Una vez más los atletas rusos demostraron en Kazán por qué Rusia destaca en judo haciendo gala de una técnica dinámica y explosiva.
La espectacular ceremonia de apertura del Grand Slam de Kazán preparó el escenario para un día épico de judo para Rusia.
La final de la categoría de -73 kilos presenció la pelea entre dos jóvenes rusos por el oro y después de un brillante contraataque de Makhmadbek Makhmadbekov, los contrincantes mostraron la hermandad y amistad que distingue al judo.
El presidente de la República de Tartaristán, Rustam Minnikhanov, entregó las medallas.
Después de llevarse la plata en Doha y Tiflis, la estrella en ascenso y favorita local Madina Taimazova pasó rápidamente las primeras rondas.
En un duro combate frente a la alemana Giovanna Scoccimarro en la final, la rusa evadió una técnica de sacrificio para después derribar a su oponente y hacerse con la victoria.
Le entregó la medalla Oleg Matytsin, ministro de deporte de Rusia.
Una tercera oportunidad de oro para rusia llegó en la categoría de -81 kilos, pero el húngaro Attila Ungvari tenía otros planes. Atacando con un rápido kouchi se hizo con un decisivo waza-ari y se colgó su primera medalla de oro en un grand slam. Decepción para Rusia, alegría para Hungría.
Vasily Anisimov, embajador de la Federación Internacional de Judo y presidente de la Federación Rusa de judo, entregó al judoca húngaro la medalla.
En la categoría de -63 kilos la polaca Agata Ozdoba-Blach derrotó a la brasileña Ketleyn Quadros. Ambas, de 33 años, protagonizaron una batalla de experiencia que se decidió por un kouchi.
Igor Levitin, asistente del presidente de la Federación Rusa de Judo presentó las medallas.
Una vez más los judocas rusos demostraron por qué Rusia destaca en este deporte. Tanto sus héroes como sus futuras estrellas hicieron gala de un judo dinámico y explosivo, haciendo de este torneo una de las paradas más emocionantes del Circuito Mundial de Judo.