El "carnicero de los balcanes" fue condenado el martes a cadena perpetua. "Debe estar en la cárcel el resto de su vida, igual que yo debo estar sola el resto de mi vida", celebra una viuda del genocidio
PUBLICIDADEl "carnicero de los balcanes" recibe su sentencia definitiva. Y varios supervivientes se reunieron para presenciar cómo se hizo por fin justicia con el excomandante militar serbobosnio Ratko Mladic en el mismo lugar donde vieron por última vez cómo se llevaban a sus seres queridos para matarlos hace más de un cuarto de siglo.
Respiran tranquilos tras confirmarse la condena por crímenes de guerra del principal responsable de la masacre de Srebrenica de 1995.
"Nosotras, las madres, debemos estar contentas porque es una sentencia de por vida. Debe estar en la cárcel el resto de su vida, igual que yo debo estar sola el resto de mi vida, esperando estar junto a mi hijo, mi marido, mi hermano y muchos otros seres queridos en el cielo", dice Nedziba Salihovic, viuda de Srebrenica.
Emis Suljagic, Director del Centro Conmemorativo del Genocidio de Srebrenica, recuerda que estuvo allí los días 11, 12, 13 y hasta el 21 de julio de 1995. "Ratko Mladic no mató él solo a casi 10.000 personas, no organizó él solo la deportación de 30.000 personas en tres días".
Mladic se une a su antiguo maestro político, el expresidente serbobosnio Radovan Karadzic, para cumplir una condena a cadena perpetua por ser el autor intelectual del genocidio en la guerra de Bosnia.
Mladic es visto como un héroe en Serbia
Pero algunos en Serbia tienen otra visión de lo que ocurrió. Un ciudadano asegura que le consideran "un héroe, un hombre que realmente hizo lo que podía hacer en un momento dado. Era un soldado y un oficial de su pueblo, de su ejército. Defendió a su pueblo. Hizo absolutamente todo lo que podía hacer. Sólo la historia lo juzgará".
"Debería haber sido absuelto, es lo que se merece. Incluso el hecho de que esté ahí, no es bueno. Es un veredicto de un tribunal político", opina otro hombre.
La matanza de Srebrenica se cobró la vida de 8.000 hombres y niños musulmanes bosnios. Algunos de sus cuerpos, que entonces fueron arrojados a fosas comunes, descansan ahora en el cementerio de Potocari, donde sus familias pueden recordarlos.