Cuando el presidente kazajo, Kasim-Yomart Tokáyev, acusó a grupos terroristas entrenados en el extranjero de orquestar los disturbios y pidió ayuda a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, dirigida por Rusia, Moscú no dudó.
Rusia califica la revuelta en Kazajistán de intento "inspirado en el extranjero" de socavar la seguridad e integridad del país por la fuerza. Altos cargos políticos de Moscú afirman que es una amenaza no sólo para su aliado Kazajistán, sino también para los países de su entorno, incluida la propia Rusia.
Cuando el presidente kazajo, Kasim-Yomart Tokáyev, acusó a grupos terroristas entrenados en el extranjero de orquestar los disturbios y pidió ayuda a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, dirigida por Rusia, Moscú no dudó. Envió a sus paracaidistas al otro lado de la frontera en la noche del miércoles.
Bielorrusia, Armenia, Tayikistán y Kirguistán también contribuirán, aunque no se ha revelado su número exacto.
Algunos analistas independientes afirman que los acontecimientos en Kazajistán son una señal muy preocupante para Moscú y que la estrategia del Kremlin para conservar su influencia en la ex Unión Soviética no ha cambiado.
Rusia afirma que consultará con Kazajistán su apoyo. Ni Rusia ni Kazajistán han aportado pruebas de que las protestas se hayan inspirado en el extranjero.