La petrolera española acelera la limpieza de las playas peruanas afectadas por el derrame de crudo. Su objetivo es ambicioso: eliminar la mancha negra que se extiende por varios kilómetros en el mar. Y por supuesto, redimir su imagen.
Es quizás la empresa más odiada de Perú en este momento. La petrolera española Repsol hace todo lo posible para limpiar su nombre y limpiar las playas de la costa central de Perú, tras un derrame de casi 12 000 barriles de crudo que tuvo lugar el pasado 15 de enero.
La petrolera prometió que la limpieza de la costa finalizará en marzo si las condiciones meteorológicas lo permiten. En el centro de operaciones de limpieza del derrame trabajan sin descanso 90 especialistas y en el terreno casi 3 000 personas.
José Terol, director de Seguridad Medioambiental de la empresa, explica que Repsol ha encargado más de 200 toneladas de material para extraer el petroleo de todas partes del mundo.
Mientras Terol hablaba con la prensa, afuera de la refinería protestaban decenas de comerciantes de Ancón, un popular balneario situado a 20 km al norte de la planta. Son los más afectados por el derrame.
"Somos como 200 a 300 comerciantes independientes en las playas de Ancón que nos sentimos ahorita indignados porque no tenemos nada de respaldo por esta empresa Repsol, ellos se limpian las manos y se van y nos dejan con toda esta contaminación que afecta a los niños y ancianos", dijo Ana Garrido, una comerciante presente en la manifestación.
La mancha negra de crudo fue arrastrada por las corrientes marinas hacia el norte hasta unos 140 km de la refinería, según la fiscalía, provocando la muerte de una cantidad indeterminada de peces, aves y mamíferos marinos.
La compañía asegura que el 32 % del crudo derramado ha sido recuperado. A su llegada a Perú, el secretario de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el Español en el Mundo, Juan Fernández Trigo, defendió que Repsol es una "empresa seria" y que está poniendo todos sus recursos para solucionar el derrame. Asimismo ofreció la cooperación de España para remediar el daño ambiental.
Entre tanto, el Gobierno de Perú mantiene paralizadas las actividades de carga y descarga de los barcos de Repsol en la refinería La Pampilla, medida calificada por la empresa de desproporcionada e irrazonable. En consecuencia, el país ha comenzando a experimentar desabastecimiento de combustible.