Gabriel Boric comienza una presidencia llena de esperanza para muchos chilenos, pero durante la que tendrá que tener mucha mano izquierda para que no se convierta rápidamente en una decepción. Análisis por Óscar Valero.
PUBLICIDADEl Gobierno del exlíder estudiantil Gabriel Boric está llamado a ser el del cambio profundo en Chile tras su apabullante victoria en las elecciones presidenciales.
Tanto apoyo popular va hacer que la inercia de sus primeros meses de Gobierno sea positiva.
Sin embargo, son muchos los obstáculos que se va a encontrar si quiere implementar toda la agenda reformista que anunció durante la campaña electoral.
Chile es visto como un país diferente dentro de América Latina por su estabilidad económica y democrática desde la caída del dictador Augusto Pinochet.
Bajo esa estabilidad se esconde un sistema construido bajo la Constitución firmada por el propio Pinochet, al que se le vieron las costuras durante las protestas de 2019 y 2020.
Aquellas fueron unas revueltas que pusieron en cuestión el sistema educativo, de pensiones, a la clase política... y fundamentalmente los altos niveles de desigualdad que ninguno de los Gobiernos democráticos ha abordado desde la raíz.
Fruto de estas protestas surgió el proyecto de cambiar la Constitución, cuyo nuevo texto será sometido a referéndum a mediados de este año.
También la llegada de Boric surge de esta ola de demanda de cambios.
Sobre los hombros del presidente va a recaer la tarea de recomponer a una sociedad dividida, de reformar de arriba abajo el sistema y pilotar una economía malherida por la pandemia.
Las expectativas que su Gobierno ha generado serán su primer lastre.
De momento la composición de su Ejecutivo se ha llenado de gestos, como nombrar a la nieta de Salvador Allende, expresidente derrocado por los militares en 1973, ministra de Defensa.
Ha apaciguado los temores -difundidos desde la derecha- a un Gobierno “castrochavista”nombrando al exdirector del Banco Central, Mario Marcel, ministro de Hacienda, y desmarcándose claramente de los regímenes de Venezuela y Nicaragua.
Proyectar esta imagen centrista le podría ayudar a tejer alianzas con el centro y centro-derecha en el legislativo, que es de momento su talón de Aquiles.
En las elecciones parlamentarias de 2021 la izquierda consiguió una mayoría de escaños en el Congreso, pero no es una mayoría unificada, es más bien heterogénea y donde hay muchas sensibilidades distintas.
De hecho el grupo mayoritario en Congreso y Senado es el centro derecha del expresidente Sebastián Piñera.
Algunos analistas consideran que el peso del Partido Comunista en su Gobierno puede terminar siendo un problema para alcanzar acuerdos.
Ninguna de las reformas de calado que quiera aprobar saldrá adelante sin convencer al legislativo, y para eso necesitará de más que símbolos.
Gabriel Boric, de 36 años, comienza una presidencia llena de esperanza para muchos chilenos, pero durante la que tendrá que tener mucha mano izquierda para que no se convierta rápidamente en una decepción.