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José Antonio Kast gana las presidenciales en Chile y abre paso al Gobierno más derechista en 35 años

José Antonio Kast, del Partido Republicano, saluda a sus partidarios después de ganar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Santiago, Chile, el 14 de diciembre
José Antonio Kast, del Partido Republicano, saluda a sus partidarios después de ganar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Santiago, Chile, el 14 de diciembre Derechos de autor  Copyright 2025 The Associated Press. All rights reserved
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Por Christina Thykjaer & AP
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José Antonio Kast ganó las elecciones presidenciales en Chile con el 58,2% de los votos, impulsado por un discurso de mano dura contra el crimen y la inmigración irregular. Su triunfo marca el mayor giro a la derecha del país desde el retorno a la democracia en 1990.

El exlegislador ultraconservador chileno José Antonio Kast logró el domingo una victoria contundente en las elecciones presidenciales, al imponerse a la candidata de la coalición gobernante de centroizquierda y allanar el camino para el Gobierno más derechista que ha tenido el país en 35 años de democracia.

Kast obtuvo el 58,2% de los votos, en una elección marcada por el respaldo mayoritario de los chilenos a su promesa de endurecer la lucha contra la delincuencia, deportar a cientos de miles de inmigrantes en situación irregular y reactivar una economía que avanza con dificultad en una de las naciones más estables y prósperas de América Latina. A medida que se conocían los resultados, sus seguidores celebraron en las calles con vítores, bocinazos y cánticos con su nombre.

Su rival, la candidata comunista Jeannette Jara, alcanzó el 41,8%. "Chile necesita orden en las calles, en el Estado, en las prioridades que se han perdido", proclamó Kast en un extenso discurso de victoria, en el que reiteró su mensaje de mano dura contra el crimen, aunque con un tono inusualmente moderado. Cuando algunos de sus seguidores interrumpieron para abuchear a Jara, los frenó de inmediato: "¡Respeto!", espetó, marcando un contraste con la retórica más agresiva que caracterizó su campaña.

Kast calificó su amplio margen de triunfo como un "mandato claro", que, advirtió, conlleva también "una enorme responsabilidad". "Los estamos invitando a recorrer un camino para recuperar valores que permitan una vida digna y sana", afirmó. "No será fácil. Requiere el compromiso de todos".

Desde una plaza en Santiago, Jara, exministra de Trabajo en el Gobierno del presidente Gabriel Boric, llamó a sus simpatizantes a no desanimarse. "Es en la derrota donde más se aprende", dijo poco después de telefonear a Kast para reconocer su derrota y felicitarlo por la campaña.

Una tendencia regional en ascenso

Chile no es una excepción en la región. La victoria de Kast se inscribe en una serie de elecciones en América Latina que han desalojado a gobiernos en funciones y propulsado a líderes de derecha al poder, desde Argentina hasta Bolivia, en un contexto en el que el presidente estadounidense Donald Trump busca reafirmar la influencia de Washington en el hemisferio occidental, castigando a rivales y respaldando a aliados.

El presidente argentino Javier Milei, un libertario radical cercano a Trump, fue el primero en felicitar a Kast. "La izquierda retrocede", escribió en redes sociales, acompañando el mensaje con un mapa de Sudamérica que muestra el reciente giro a la derecha.

La Administración Trump también celebró el resultado. "Bajo su liderazgo, confiamos en que Chile avanzará en prioridades compartidas, como el fortalecimiento de la seguridad pública, el fin de la inmigración ilegal y la revitalización de nuestra relación comercial", declaró el secretario de Estado, Marco Rubio.

Unas elecciones profundamente polarizadas

El triunfo de Kast marca una nueva etapa para Chile: será el primer presidente de la derecha radical desde el retorno a la democracia en 1990, tras la dictadura del general Augusto Pinochet. Desde entonces, coaliciones de centroizquierda y centroderecha se han alternado en el poder.

Los dos candidatos de esta tensa segunda vuelta representaban visiones casi opuestas del país, con profundas diferencias sobre el rol del Estado, la economía y los asuntos sociales.

Jara, militante histórica del Partido Comunista, impulsora de políticas sociales populares en el Gobierno de Boric y proveniente de una familia trabajadora que se opuso a la dictadura (1973-1990), encarnaba un proyecto diametralmente distinto al de su rival.

Kast, en cambio, es un católico devoto y padre de nueve hijos. Su padre, nacido en Alemania, fue miembro registrado del partido nazi, y uno de sus hermanos ocupó un cargo ministerial durante la dictadura.

Su conservadurismo moral, que incluye una oposición frontal al aborto sin excepciones y al matrimonio igualitario, le ha valido comparaciones con el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, hoy encarcelado, y fue un lastre en sus dos anteriores intentos fallidos por llegar a La Moneda.

Esta vez, sin embargo, el aumento de la inmigración irregular y el avance del crimen organizado durante el mandato de Boric dominaron la agenda electoral y alimentaron el respaldo a un discurso de seguridad de línea dura.

Un mandato exigente y lleno de desafíos

Kast llega al poder con la promesa de erradicar el crimen organizado, que vincula directamente con la migración ilegal, y reactivar una economía estancada.

En materia de seguridad, ha señalado como referente al presidente salvadoreño Nayib Bukele, cuya megacárcel para 40.000 reclusos visitó el año pasado. Planea construir nuevas prisiones de máxima seguridad, endurecer las condiciones carcelarias y cortar el contacto de las bandas criminales con el exterior.

También propone ampliar las atribuciones del Ejército y la Policía, así como reforzar la protección legal de los agentes que empleen la fuerza. En política migratoria, ha adoptado un tono similar al de Trump: deportaciones masivas de inmigrantes irregulares y la construcción de una barrera en la frontera norte, con zanjas de hasta tres metros de profundidad.

En el plano económico, promete recortar 6.000 millones de dólares (unos 5.112 millones de euros) en gasto público en apenas 18 meses mediante la reducción del empleo estatal y la eliminación de ministerios, sin tocar las prestaciones sociales, un objetivo que muchos economistas consideran difícil de cumplir.

Kast sostiene que la reducción de impuestos corporativos y de la burocracia devolverá a Chile a la era de crecimiento acelerado de los años 90, cuando el país se consolidó como el modelo económico de la región.

No obstante, su margen de maniobra será limitado. El Partido Republicano no cuenta con mayoría en ninguna de las dos cámaras del Congreso, lo que obligará al nuevo presidente a negociar con sectores tradicionales de la centroderecha, potencialmente reticentes a su agenda más radical.

Si logra moderarse y construir acuerdos, sostiene el analista Patricio Navia, Kast podría evitar el destino de Boric, quien llegó al poder en 2021 con ambiciosos planes de transformación y dejará el cargo el 11 de marzo tras haber logrado avances limitados.

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