Rodrigo Paz asume la presidencia de Bolivia en medio de una profunda crisis económica. Promete reformas graduales, el fin del aislamiento internacional y una nueva etapa de estabilidad tras dos décadas de dominio del MAS.
El político conservador Rodrigo Paz juró el sábado como nuevo presidente de Bolivia, inaugurando una nueva etapa para la nación andina tras casi 20 años de Gobierno unipartidista. Paz asumió el cargo ante legisladores y dignatarios extranjeros, levantando la mano derecha ante una Biblia y una cruz. "Dios, patria y familia, juro", pronunció antes de recibir la banda presidencial y las medallas.
La investidura de Paz, que nació en Santiago de Compostela en 1967, ha despertado grandes expectativas entre los bolivianos, agotados por la escasez de combustible y el aumento del precio de los alimentos, síntomas de la peor crisis del coste de la vida en décadas. Contra todo pronóstico, Paz se impuso en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del mes pasado al exmandatario Jorge 'Tuto' Quiroga, también de derecha.
Paz hereda una economía debilitada tras dos décadas de gestión del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido fundado por el carismático expresidente Evo Morales. El MAS alcanzó su apogeo durante el auge de las materias primas a comienzos de los 2000, pero el estancamiento de las exportaciones de gas natural y el colapso de su modelo estatista, basado en subsidios generosos y un tipo de cambio fijo, precipitaron una crisis profunda.
Con una grave escasez de dólares y problemas de abastecimiento de combustible, la mayoría de los votantes apostó por Paz como salida a lo que los expertos describen como la peor crisis económica en cuatro décadas. El nuevo mandatario ha prometido reformas estructurales, aunque más graduales que las propuestas por Quiroga, quien defendía un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y un plan de ajuste fiscal inmediato.
"El país que heredamos está devastado... endeudado moral y materialmente, con colas interminables para comprar combustible y mercados vacíos", dijo Paz en su primer discurso como presidente. "Bolivia se reincorpora al mundo, nunca más aislada. Nunca más el país será rehén de una ideología; la ideología no pone comida en la mesa".
La ceremonia de investidura, celebrada en La Paz, contó con la presencia de los presidentes de Argentina (Javier Milei), Chile (Gabriel Boric), Ecuador (Daniel Noboa), Uruguay (Yamandú Orsi) y Paraguay (Santiago Peña).
Tras su victoria del 20 de octubre, Paz marcó distancia con el bloque ALBA, integrado por Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, y dio señales de acercamiento a Estados Unidos, país con el que las relaciones se habían roto en 2008 tras la expulsión del embajador estadounidense durante el Gobierno de Morales.
El nuevo presidente también ha iniciado conversaciones con instituciones financieras internacionales para explorar programas de asistencia económica.
Además, logró un acuerdo preliminar con la Corporación Andina de Fomento (CAF) para un préstamo de 3.100 millones de dólares (2.680 millones de euros) destinado a impulsar la recuperación del país. Paz anunció tras las elecciones que su Gobierno cooperará con todas las organizaciones internacionales en materia de seguridad, incluida la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA), expulsada de Bolivia en 2008.
"No nos han entregado un trono, sino una tarea", dijo Paz. "Es la hora de la verdadera democracia y del respeto a la ley; nadie está por encima de la ley. Superaremos ese pasado vergonzoso y vergonzante". Aun así, Paz deberá afrontar el desafío político de gobernar en minoría, ya que su Partido Demócrata Cristiano (PDC) controla solo el 39% de los 166 escaños de la Asamblea Legislativa.