Más de 450 niños refugiados ucranianos están inscritos en las escuelas públicas griegas. Aprender el idioma es su mayor desafío.
Oksana Rovenchok emigró de Ucrania a Grecia hace 25 años. Vive en Atenas y trabaja en un hospital. Oksana, de 58 años, Jamás habría imaginado que algún día recibiría a su hija y sus dos nietos como refugiados de guerra. La joven madre y sus hijos escaparon hace mes y medio de la ciudad de Kolomyia, en la provincia de Ivano-Frankivsk. Ahora van al colegio en Atenas. El padre se quedó en Ucrania para luchar.
Tiempos difíciles: bombardeos, miseria y refugiados
"Vivimos tiempos muy difíciles. Puedo describir nuestras vidas en tres palabras: bombardeos, miseria, refugiados. Nadie esperaba que algo así pudiera pasar en 2022. Tenemos un dolor profundo y lloramos por nuestro país", lamenta Oksana Rovenchock, abuela ucraniana.
Los griegos han acogido a mis hijos y les estoy muy agradecida, dice Iryna. Mis hijos están bastante contentos. Los maestros y los niños les han dado la bienvenida. Ya tienen nuevos amigos. A mis hijos les gusta la escuela y tratan de adaptarse", cuenta Iryna Andrusiak, madre ucraniana.
Aprender el idioma griego es el mayor desafío
Oleksiy y Kostantyn van al tercer y quinto curso de primaria. El griego, un idioma extranjero y difícil, es su mayor desafío. Y aunque no entienden lo que dice el maestro, la tecnología les ofrece una salida.
«En esta aplicación, tenemos, ucraniano y griego. Además de traducir y escribir, el niño puede escuchar cómo se pronuncia una palabra. Así, poco a poco, el alumno se familiariza con un idioma nuevo y desconocido. Es muy útil, explica Athina Pirgaki, profesora de esta escuela.
Explicando a los alumnos las consecuencias de la guerra
Cuando anunciaron la llegada de los niños ucranianos a la escuela, las profesoras decidieron explicar en la aulas las dificultades de la guerra y lo que significa ser un refugiado.
«Hemos hablado con nuestros alumnos sobre la guerra entre Ucrania y Rusia. Así que sabían lo que estaba pasando. Los niños griegos ofrecieron regalos a sus nuevos compañeros, hicieron dibujos para demostrarles todo su cariño. Puedo decir que los dos hermanos estaban un poco sorprendidos, porque de repente eran el centro de atención. Al estar en un nuevo entorno, al principio se sentían como peces fuera del agua, recuerda la profesora Pirgaki.
Un abrazo lleno de solidaridad y apoyo
Es la hora del recreo y después hay clase de gimnasia, donde las palabras cuentan menos. Para lograr mejores resultados, la escuela ha pedido al Ministerio de Educación que contrate profesores que hablen ucraniano y que puedan dar clases de apoyo.
En los últimos dos meses, las escuelas griegas han inscrito a más de 450 niños ucranianos. Aunque todavía no hablan el idioma y les cuesta comunicarse, los niños sienten que han encontrado un gran abrazo lleno de solidaridad y apoyo.