Eugeny, Tatiana y sus cuatro hijos suben en la estación de Zaporiyia al tren que va a Lviv. Después de soportar dos meses en su sótano en la ciudad sitiada de Mariúpol, huyeron a pie.
Eugeny, Tatiana y sus cuatro hijos suben en la estación de Zaporiyia al tren que va a Lviv.
Después de soportar dos meses en su sótano en la ciudad sitiada de Mariúpol, huyeron a pie.
"Anduvimos cinco días seguidos, de pueblo en pueblo -explica Eugeny- Por la noche, algunos ancianos nos daban cobijo".
Es un nuevo comienzo para ellos, pero también el final de un largo viaje.
Su mayor miedo era que los niños no aguantaran el recorrido, pero lo soportaron, como explicaba su madre, Tatiana:_ "_No teníamos idea de que fueran tan fuertes. Son realmente muy fuertes, estoy muy orgullosa de ellos".
Anna, de 10 años, recuerda los bombardeos:"Bueno, no fue tan aterrador... Tembló mucho todo cuando impactaron el edificio de nueve pisos cerca de nuestro sótano. Había mucho polvo que caía del techo. Estaba lleno de polvo y flotaba en el aire".
Caminaron más de cien kilómetros antes de ser recogidos por un voluntario que llevaba ayuda a las zonas invadidas.
"Nunca olvidaremos lo que pasó - nos dice Eugeny -. No podemos. Pero tenemos que mantener nuestro espíritu y criar a nuestros hijos".
Son solo una de las familias que huyen de la invasión rusa. Cerca de seis millones de personas han tenido que salir de Ucrania desde el 24 de febrero.
Dentro de Ucrania la ONU estima que hay 7 millones de desplazados.