Marea de fondo en el sector del cobre chileno | Los trabajadores de Codelco vuelven al trabajo

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Por Carmen Menéndez
Restos de la protestas de los trabajadores de la fundidora de Ventanas en la bahía de Quintero-Puchuncaví
Restos de la protestas de los trabajadores de la fundidora de Ventanas en la bahía de Quintero-Puchuncaví   -  Derechos de autor  AFP

En Chile, el sector del cobre, vital para la economía del país suramericano, está en ebullición desde que se anunció el cierre de una fundidora contaminante en el marco de la política ecológica del Gobierno de Gabriel Boric.

Tras un día de huelga en la gigantesca empresa pública Codelco, que da trabajo a decenas de miles de personas, los sindicatos han decidido levantar el paro, a cambio del compromiso de la compañía de crear una mesa de trabajo para abordar su futuro.

La planta que va a ser cerrada, que solo es una de las de Codelco, es la fundidora de cobre de Ventanas, situada en la bahía de Quintero-Puchuncaví , una zona en la que se suceden las intoxicaciones, con cientos de niños y adultos afectados, debido a las continuas emisiones contaminantes.

Están cerrando fundidoras y refinerías que cumplen la legislación chilena
Carlos Tapia
Líder sindical de Codelco

Pero para los sindicatos, esta instalación no es responsable de la situación.

"Nosotros hicimos este paro por un tema que tiene que ver con un sistema de la minería y las fundiciones de refinerías de Chile. Hoy día hemos dicho que Ventanas cumple con la normativa, y están cerrando las fundiciones o refinerías que cumplen con la normativa chilena. Por lo tanto, están cerrando algo que todavía está vigente", dice el líder sindical Carlos Tapia. 

Codelco ha garantizado que nadie perderá su empleo por el cierre de la fundidora.

El presidente Gabriel Boric, por su parte, ha anunciado que "no habrá más zonas de sacrificio ambiental", augurando un cambio drástico del modelo industrial contaminante que dio a luz en Chile a monstruos como el de Quintero-Puchuncaví, donde se concentran 18 plantas en apenas 8 kilómetros de costa. Greenpeace lo ha bautizado como el Chernóbil chileno.