"No debemos repetir los errores cometidos durante la crisis griega. En el FMI, en el Banco Central y en la Comisión Europea pusimos en marcha un presupuesto de austeridad ciego", admite el expresidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Fue aquí, en Grecia, donde, hace 12 años, estalló una de las mayores crisis de la Unión Europea, que la sacudió hasta sus cimientos.
En 2010 Grecia dijo que podría dejar de pagar su deuda, amenazando la viabilidad de la propia Eurozona.
Para evitar el impago, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional aportaron cientos de miles de millones de euros de financiación de emergencia, pero esto no fue gratis.
Los acreedores exigieron a Atenas que aplicara políticas de austeridad, lo que finalmente provocó un aumento sustancial de la pobreza.
La economía se contrajo en más de una cuarta parte, la renta disponible de los ciudadanos en un tercio y las tasas de desempleo se dispararon hasta casi el 30 %.
Ahora, algunos dirigentes admiten que fueron demasiado duros con Grecia, que finalmente cumplió.
En 2018, Grecia hizo un significativo avance cuando finalizó su tercer y último programa de asistencia financiera. Y 4 años después, la Comisión de la UE cesó, como estaba previsto, la supervisión del presupuesto griego, marcando el fin formal de la crisis de la deuda.
Pero, ¿qué ha quedado atrás? ¿Y cuáles son las lecciones aprendidas para la UE, que ahora se enfrenta a otra crisis que puede poner a prueba una vez más su unidad y estabilidad?
Para hablar de todo esto, hemos hablado con dos protagonistas de la gestión de la crisis griega, el expresidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el último ministro de Economía griego de la época del rescate, Euclides Tsakalotos, y más adelante con el actual responsable de la economía griega, Christos Staikouras.
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