Los expertos observan los musgos, líquenes y hongos para comprender los efectos del aumento de las temperaturas en el polo sur.
En las profundidades de Omora, un recóndito bosque chileno situado en uno de los puntos más australes del mundo, unos pequeños organismos actúan como centinelas del cambio climático que sufre el planeta.
En la isla de Navarino, cruzando el conocido canal de Beagle o canal Onashaga (en idioma yagán: "canal de los onas"), un grupo de científicos observan a través de sus lupas los pequeños musgos, líquenes y hongos que son clave para comprender los efectos del aumento de las temperaturas en el polo sur.
Ricardo Rozzi, biólogo y director del Centro Internacional Cabo de Hornos en Puerto Williams, explica: "Acá estamos en Cabo de Hornos, que es el punto más austral del continente americano y se caracteriza por algo que es un 'hot spot', un punto caliente de diversidad de organismos como estos líquenes y musgos. 'Hot spot' significa que aquí hay más diversidad de líquenes y musgos por unidad de superficie que en cualquier parte del mundo".
Este grupo de científicos ha constatado que estas especies se han mudado a zonas de mayor altura en busca un clima más fresco. El aumento de las temperaturas ha puesto en peligro la supervivencia de estos organismos que contribuyen a la absorción del CO2.
"En los casos (de musgos) hemos visto que se han desplazado. Antes estaban entre 50 y 350 (metros de altura) y ahora están entre 100 y 400", señala Rozzi.
Otros, como estas especies de microorganismos que habitan en el río, ya han empezado a cambiar sus ritmos reproductivos para adaptarse al cambio climático.
Tamara Contador, bióloga del Centro Internacional Cabo de Hornos, afirma: "La latitud en donde estamos, que es un ecosistema subantártico, es muy importante. A nivel global los ecosistemas polares y subpolares son los más afectados por el cambio climático, por lo tanto, estamos en un punto en donde el cambio climático afecta mucho más a la biodiversidad que en otros lugares".
Aunque esta región parezca un lugar alejado de la contaminación y del maltrato del ser humano, los pequeños pobladores de este bosque ya han activado todas las alarmas, advirtiendo de que el cambio climático es real y de que cada día que pasa crece la necesidad de encontrar una solución.