83 años y 300 kilómetros a pie: la lucha de Luisa por unas pensiones dignas

Parte del grupo de pensionistas que marcha desde Valencia hasta Madrid
Parte del grupo de pensionistas que marcha desde Valencia hasta Madrid Derechos de autor Elvira Olmo/ COESPE
Por Laura Llach
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22 pensionistas marchan desde Valencia hasta Madrid. Al día caminan entre veinte y treinta kilómetros, según la dureza de la etapa, con un “calor infernal” que complica la tarea. Entre ellos se encuentra Luisa, una anciana de 83 años.

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A las seis y media suena el despertador, recogen sus sacos de dormir, se ponen las zapatillas y antes de salir alguien comenta: “¡No os olvidéis de tomar las pastillas para la tensión!”. Después de un breve desayuno para cargar las pilas, este grupo de pensionistas cuya edad media roza los 72 años, retoma la marcha.

Unos 300 kilómetros separan Valencia, el punto de origen, de Madrid, su destino final, donde llegarán el próximo 15 de octubre para la gran manifestación contra la pérdida del estado de bienestar que tendrá lugar en el centro de la capital.

Al día se enfrentan a entre veinte y treinta kilómetros, según la dureza de la etapa, con un “calor infernal” que complica la tarea.

Un trayecto que a pie no sería fácil para nadie, mucho menos para los 22 pensionistas que se embarcaron en esta “aventura”, tal y como lo definen, para defender el derecho tanto a salarios como a pensiones dignas y en contra del desmantelamiento del sistema público.

Tras siete días de caminata, el cansancio físico empieza a notarse, pero el ánimo no decae entre los pensionistas.

“Te vamos a presentar a nuestra campeona”, cuentan a Euronews por teléfono desde un área de servicio en Castilla-La Mancha, donde han parado para hacer un descanso.

Y aparece Luisa, de 83 años, con una fuerza arrolladora. “Nada, no me gusta nada caminar”, dice entre risas. En su Barcelona natal, Luisa va a clases de pilates y sigue nadando todo lo que puede en el mar, pero este camino no le convence.

“Desde que veo el pueblo a lo lejos hasta que llegamos, se me hace eterno, pero luego al llegar descansamos y así no se acumula el cansancio”, añade.

Lo hace por los jóvenes, para que ellos también lleguen a tener una pensión, y por los mayores, para que tengan una digna con la que poder vivir. “La mayoría de los pensionistas no llega a cobrar 900 euros y, en el caso de las mujeres, la cifra baja hasta los 600 euros. Gobierne quien gobierne las pensiones se defienden y la lucha es el único camino”, cuenta.

Y no sólo nos lo cuenta a nosotros. Cada tarde, una vez ya instalados en el pueblo que les acoge dan charlas para concienciar a la población. La última, en un instituto con estudiantes de economía para explicarles el sistema público de pensiones. También en Motilla del Palancar, en la provincia de Cuenca, convencieron a la alcaldía para fletar un autobús para aquellos que quieran asistir a la manifestación en Madrid.

Elvira Olmo/ COESPE
Luisa, pensionista de 83 años e integrante de la marchaElvira Olmo/ COESPE

15 etapas y algunas bajas

Fue el pasado 1 de octubre, cuando los 26 pensionistas procedentes de todas partes de la geografía española se reunieron en la Comunidad Valenciana. Ese mismo día, uno de los asistentes, ya preparado con la mochila y en la línea de salida, tuvo que posponer el viaje.

El resultado de las últimas analíticas no le permitió empezar el camino y tuvo que volver a su ciudad. Entre lágrimas se despidió de sus compañeros. De los 26 originales quedan 22 continuando la marcha, pero el grupo será más grande en los próximos días ya que tienen previsto recoger a otros pensionistas por el camino.

“La idea es ser cincuenta cuando entremos en Madrid”, la que habla es Amelia, una de las organizadoras de la marcha. “Estamos bastante bien organizados, llevamos dos furgonetas de apoyo que nos llevan las mochilas y algo de comida para las pausas en el camino”, cuenta.

“Ayer una de las compañeras tenía la planta del pie deshecha después de caminar 5 kilómetros, así que se subío a la furgoneta para descansar un tramo y luego incorporarse otra vez a la marcha. Sabemos a lo que hemos venido, pero lo bueno es que contamos con apoyo”, añade.

En cuanto a las comidas, o bien los vecinos les ayudan con un plato sobre la mesa al llegar o algunos restaurantes les hacen un precio especial. Las noches las pasan en polideportivos o frontones cubiertos, durmiendo sobre colchones hinchables o simplemente con un saco de dormir y una esterilla.

“¡Cada día el cemento está más blando!”, bromea Amelia. “Todos los días nos podemos dar nuestra ducha y lavar la ropa a la antigua usanza, con agua y una pastilla de jabón”, comenta.

Elvira Olmo/ COESPE
Los pensionistas durante su parada en Castilla-La ManchaElvira Olmo/ COESPE

Todo lo que está en juego

Ni siquiera la última propuesta del Gobierno ha servido para calmar los ánimos de los pensionistas. En la rueda de prensa para presentar los Presupuestos Generales del Estado, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, anunciaba esta semana que las pensiones contributivas y no contributivas se incrementarán sobre el 8,5% a partir del año que viene.

"El incremento se realizará según el IPC interanual promedio de noviembre. Y la previsión es que esté en el 8,5%. Puede que finalmente sea del 8,4% o del 8,6%, pero la partida, en los Presupuestos de 2023, registra un incremento del 11,5%, por lo que hay margen", apuntaba la ministra.

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Para Luis, alicantino de 65 años y parte del grupo de pensionistas en marcha, esto no es otra cosa que una forma de intentar desmovilizarlos de cara a la gran manifestación de Madrid.

“Nos parece un adelanto pretencioso porque hasta que no se aprueben los presupuestos no sabremos si esto saldrá adelante. Mientras no lo veamos reflejado nos parecen cantos de sirena. El año pasado ya tuvimos el 3% de pérdida de poder adquisitivo y este año le tendremos que sumar un 2% más”, señala Luis.

“Está en juego el sistema público de pensiones, el sistema de reparto que significa pensiones para todos y no sólo para los que puedan permitirse un plan de pensiones privado”, añade.

“Ya de por sí, en condiciones normales, tenemos una miseria de pensiones, pues imagínate en este momento con la inflación desbocada y el precio del gas desbocado. Un pensionista lo tiene muy crudo. Hay muchos que tienen que elegir entre medicarse, comer o calentarse”, comenta su compañera Amelia.

Todo el grupo se pregunta cómo puede ser que el Gobierno diga que no hay dinero para pagar las pensiones cuando hablan de incrementar el gasto en Defensa o de partidas de gasto para la Corona.

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Con esta pregunta sobre la mesa, los pensionistas se levantan para reanudar la marcha. “A nosotros, si algo nos sobra en estos momentos es tiempo y paciencia, así que vamos a seguir luchando hasta que lo consigamos".

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