'Shukran, my friends': 40 días en un campamento de refugiados en Grecia

40 días en un campo de refugiados en Grecia durante la crisis de migrantes de 2016.
40 días en un campo de refugiados en Grecia durante la crisis de migrantes de 2016. Derechos de autor José Núñez Tena
Derechos de autor José Núñez Tena
Por Marta Rodriguez MartinezTheo Farrant
Compartir esta noticiaComentarios
Compartir esta noticiaClose Button
Copia/pega el link embed del vídeo de abajo:Copy to clipboardCopied

En 2016, José Núñez, periodista madrileño, pasó 40 días en un campo de refugiados administrado por militares en Katsikas: "Me sorprendió ver cómo verdaderamente los que tiraban del día a día de ese campamento eran los voluntarios independientes"

PUBLICIDAD

En 2016, José Núñez, periodista madrileño, pasó 40 días en un campo de refugiados administrado por militares en Katsikas, localidad situada a seis kilómetros de la ciudad de Ioannina, en el noroeste de Grecia. El lugar acogía entonces a cientos de familias migrantes, principalmente de Siria, Afganistán e Irak.

Durante su estancia allí, Núñez conoció muchas de las desgarradoras historias de los desplazados de sus países de origen y experimentó las duras condiciones de vida dentro del campamento.

Aunque nunca tuvo la intención de publicar un libro, al regresar a Madrid Núñez empezó a escribir todo lo que recordaba de su estancia en el campo, en lo que describe como una "catarsis" para él.

Seis años después ha publicado "Shukran, my friends", un libro en el que relata sus experiencias en Katsikas y en el que comparte los numerosos testimonios de los refugiados que allí conoció.

En el libro, finalista a los Premios Círculo Rojo, también destaca la increíble labor de los numerosos voluntarios del campo, a los que Núñez describe como los "héroes" de esta historia.

Euronews: ¿Cuándo y por qué decidiste ir a un campamento de refugiados?

José Núñez: Tomé la decisión de una manera bastante repentina. En mi trabajo como periodista, lidiaba permanentemente con las noticias de lo que estaba pasando tanto en la guerra de Siria como en los campamentos de refugiados de Grecia, y eso influyó claramente. Pero la decisión también estuvo un poco forzada por mi situación personal en ese momento, una pequeña crisis existencial a la que se le abrió una ventanita que daba a Grecia.

**E: ¿Qué te encontraste al llegar?
**

J.N: La primera cosa que me llamó la atención fue cómo en cuestión de horas todos mis prejuicios —que eran muy estúpidos pero que reconozco que tenía—, se derrumbaron por completo.

Me sorprendió también la situación general en la que estaba viviendo. Yo esperaba ver unas condiciones mínimas, que hubiera trailers o tiendas de campaña que, por lo menos, fueran waterproof. Pero nada de eso. 

Vivían en unas condiciones bastante lamentables. Comían muy poco. Aquello estaba dirigido por el ejército, que les repartía una especie de catering diario.

Y por último me sorprendió ver cómo los que tiraban verdaderamente del carro en el día a día eran los voluntarios independientes, en su gran mayoría españoles. Sin ellos no sé que hubiera pasado en ese campamento.

José Núñez
Campamento de Katsikas 2016.José Núñez

E: En el libro hablas de muchas contradicciones dentro del campamento, ¿cuáles te llamaron más la atención?

J.N.: En efecto, en el día a día uno se encontraba con muchos sinsentidos. Por ejemplo, cada ciertos días llegaba un camión enorme desde España, con muchísima ropa o con muchísimos juguetes que no podíamos repartir sin más. Había que dar el mismo juguete a cada niño, porque si no empezaban los problemas. Eran cosas que sólo aprendías y entendías una vez estabas allí. 

Lo mismo pasaba con la ropa: por mucha que hubiera, no podías ponerte a repartirla entre unas personas que, literalmente, no tenían dónde meterla. Vivían en unas tiendas que se empapaban cada vez que llovía, y evidentemente no contaban tampoco con ningún tipo de armario, ni nada por el estilo. 

E: ¿Qué cosas hiciste durante el tiempo que estuviste allí? ¿Y cuáles de estas tareas estaban completamente fuera de lo que habías hecho hasta entonces en tu vida?

J.N:  Yo no soy bombero, ni sanitario, ni traductor... Y no tenía ningún tipo de experiencia como voluntario. Pero una vez que estás ahí, sobre el terreno, empiezas a ver que lo que hace falta son manos, trabajar y moverse. 

Una de las primeras cosas que hice fue construir un campo de fútbol. Yo soy muy aficionado al fútbol, como se puede leer en el libro, y veía que allí había mucha pasión, sobre todo entre los jóvenes, entre los más pequeños. Así que me fui a una ferretería que había por la zona y compré unos palos metálicos con los que construimos entre todos una portería.

PUBLICIDAD

También pusimos una canasta de baloncesto, ¡y más adelante levantamos un cine!. Había por ahí perdido un proyector que se había usado alguna vez, pero decidimos darle más continuidad y montar una especie de cine diario, que fue todo un éxito. Cada noche proyectábamos películas, dependiendo de cuál o cuáles fueran los espectadores: si eran niños o adultos, o si había algún partido de fútbol. 

José Núñez.
Imagen del cine.José Núñez.

E: ¿Y qué tipo de personas conociste allí?

J.N: Ese es uno de los principales problemas, entre comillas, que uno se encuentra cuando llega a un lugar como este. O al menos eso fue lo que me pasó a mí. Tú vas con una idea inicial de ayudar a unas personas en lo que buenamente puedas, sin darte cuenta que con el paso de los días vas conociendo a esas personas. Y eso lo cambia todo. De repente pasas de estar en un campo de refugiados, ayudando a unos refugiados, a conocer a unas personas que están en un campo de refugiados. De pronto tienes unos amigos que son refugiados. El cambio es radical.

E: ¿Cuáles eran las condiciones de vida? En el libro describes como uno de los peores campamentos de refugiados de Grecia.

J.N: Era bastante lamentable. Todo eran tiendas de campaña, no impermeables, y no había ningún tipo de trailer. Estábamos en una zona en el norte de Grecia en la que llovía mucho y las tiendas se inundaban completamente.

PUBLICIDAD

Con todo, creo que para muchas de estas personas lo peor no era la situación diaria, sino la espera. La espera indefinida. Era imposible saber cuánto duraría aquello. Y eso era frustrante para todos, refugiados y voluntarios, aunque obviamente más para los primeros.

E: El libro es bastante crítico con los organismos oficiales, como la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) a la hora de gestionar estos campos de refugiados. Se insiste mucho en el que los voluntarios independientes eran al final las personas que realmente solucionaban la gestión y la organización del campo.

J.N: Es así. Al menos es lo que a mí me tocó vivir, en ese campamento y durante esos días. Los auténticos héroes de aquel lugar eran los voluntarios independientes y de pequeñas oenegés, en su mayoría españoles. En este caso, supongo que en otros campamentos habría de todas las nacionalidades. Pero sí, ellos fueron los que verdaderamente tiraron del carro.

En el libro me centro en seis o siete de esos voluntarios que en mi opinión fueron los que verdaderamente lideraron aquel lugar: chicas de Castilla la Mancha, de Madrid o de Galicia que hicieron posible que esas personas pudieran sobrevivir cada día.

**E: El libro invita también a perder los prejuicios con los que cualquier persona se enfrenta en un lugar semejante.
**

PUBLICIDAD

J.N: Uno de los voluntarios con los que más amistad hice insistía en que quitáramos la parte paternalista que subyace bajo el concepto "campamento de refugiados", porque este no deja de ser una pequeña sociedad, como cualquier otra. Y como tal, encuentras gente buena, por supuesto, pero también gente mala. Hay gente que quiere simplemente sobrevivir sin hacer daño a los demás, y hay gente que quiere aprovecharse de esa situación, sacar rédito y pisar a los demás, o intentar favorecerse de alguna manera. 

José Núñez
Campamento de Katsikas 2016.José Núñez

E: Tras esa experiencia, ¿cómo fue volver a Madrid, o volver a sentarte en una redacción y tener que afrontar noticias sobre refugiados?

J.N: Volver a Madrid fue bastante duro. Y de hecho creo que fue un poco la chispa que me hizo empezar a escribir el libro, a modo de catarsis.

Vuelves a Madrid y vuelves a tu vida ordinaria, pero siendo consciente de que ahí, al otro lado de Europa, prácticamente a dos horas de vuelo, están unas personas que se han convertido en tus amigos, y que siguen sufriendo día tras día, durmiendo sobre las piedras, pasando frío e intentando llegar a Europa sin posibilidad de hacerlo porque les falta un papel. No es fácil. Demasiadas cosas que digerir.

E: Han pasado seis años desde entonces. ¿Qué relación mantienes actualmente con las personas que conoció en este campo?

PUBLICIDAD

J.N:  Afortunadamente, gracias a las redes sociales, hoy en día todo es mucho más fácil, así que a través de Instagram y de Facebook mantengo muy buena relación con algunos de los personajes del libro. Y les va bien. Algunos lo llevan mejor, otros peor. Algunos siguen dependiendo de las subvenciones para poder tirar adelante, pero en su en su mayoría han ido formando sus familias y reconstruyendo sus vidas, algunas de las cuales, como nos pasa a todos, no han sido como las que planeaban.

Recuerdo que una refugiada le contó a una compañera voluntaria cómo ella no quería escribir, como solemos hacer todos, las memorias de su pasado, sino las memorias de su futuro. Ese futuro con el que siempre había soñado y que ya no iba a tener. Ese son el tipo de cosas que oías a menudo en Katsikas. Era un aprendizaje constante. Y de eso va el libro, creo yo: un viaje de aprendizaje.

**'Shukran my Friends' de la editorial Círculo Rojo, está disponible a través de grandes librerías.
**

Compartir esta noticiaComentarios

Noticias relacionadas

Jean-Baptiste Andrea gana el prestigioso premio literario Goncourt con 'Veiller sur elle'

Arranca en Lesbos el juicio contra 24 cooperantes acusados de tráfico de personas

Cuatro muertos en una explosión en un campamento de refugiados sirios