Los vecinos temen el impacto medioambiental que tendrá esta megafábrica y otra que ya se está proyectando. Y, sobre todo, denuncian su enorme consumo de agua potable.
Las obras de un megaproyecto chino avanzan a marchas forzadas en el este de Hungría, pese a la inquietud de la población local.
En esta planta, de más de 220 hectáreas, se producirán baterías para coches eléctricos. Y ya hay planes para construir otra fábrica, lo que ha avivado las protestas.
Además de sus emisiones contaminantes, los manifestantes denuncian el enorme consumo de agua que tendrán estos complejos.
"Estas plantas, estas enormes fábricas de baterías que están instalando aquí, utilizan una enorme cantidad de agua potable y consumen una increíble cantidad de energía. Son esencialmente plantas de ensamblaje y se llevan los beneficios de aquí", afirma Laszlo Lorant Keresztes, Presidente de la Comisión de Desarrollo Sostenible del Parlamento Europeo.
El Gobierno húngaro espera que la fábrica, de 7 300 millones de euros, convierta al país en un centro mundial de fabricación de baterías de iones de litio. También dice que el proyecto utilizará sobre todo aguas residuales. Pero los vecinos no están convencidos".
"Veamos la situación del agua: Debrecen no tiene río. No confiamos en la tecnología de las aguas grises; no vemos cómo puede aplicarse. Si las fábricas ya tienen permiso para utilizar agua potable, ¿por qué iban a utilizar agua contaminada? Son muchas las preguntas que hemos hecho, pero sólo obtenemos respuestas sin sentido", dice Eva Kozma, residente local y activista.
Organizaciones medioambientales denuncian que faltan estudios de impacto a largo plazo sobre el aire, el suelo y el agua. Y no está claro si los recursos húngaros estarán a la altura de los ambiciosos planes del Gobierno para construir fábricas de vehículos eléctricos.