La jornada conmemora a las miles de víctimas y a los 250-350.000 desplazados de Giulia y Dalmacia asesinados por partisanos yugoslavos durante la Segunda Guerra Mundial. Mattarella pide "que no se convierta en un día divisivo", y Meloni, en Basovizza, señala: "seguiremos contando esta historia".
El 10 de febrero es el día del recuerdo de las víctimas de las foibe y de los exiliados istriano-dálmatas, una jornada de conmemoración de la masacre de miles de italianos a manos de las fuerzas yugoslavas del mariscal Tito.
El aniversario, establecido en 2004 bajo la presión del Gobierno de Italia y de las familias de los desaparecidos, conmemora tanto a los muertos como a las numerosas personas que abandonaron sus hogares.
Reacciones de políticos italianos al día de las víctimas y los refugiados istriano-dálmatas
El presidente de la República, Sergio Mattarella, pidió "preservar y honrar la memoria de las víctimas. El día perdería su auténtico valor si se subyugara a la reactivación de divisiones o rencores".
El presidente italiano también elogió el papel de la integración europea a la hora de "recomponer profundas fisuras entre Estados", como el silencio sobre las foibe. Recordó, entre otras cosas, cómo Italia se está moviendo con sus socios croatas y eslovenos para esclarecer los crímenes de las tropas de Tito.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, visitó el 10 de enero la foiba de Basovizza, que se ha convertido en un símbolo de las víctimas. En aquella ocasión dijo: "hoy volvemos a abrazar a todos nuestros compatriotas, que decidieron abandonarlo todo para no renunciar a su identidad".
Meloni añadió: "seguiremos contando a las generaciones más jóvenes lo que les ocurrió a los habitantes de Fiume, Istria y Dalmacia, porque su historia es patrimonio de la nación. Una historia que ha vencido a la conspiración del silencio y que ningún intento negacionista o justificacionista podrá jamás ocultar o borrar".
El aniversario fue establecido en 2004, por el segundo Gobierno de Berlusconi, para recordar la tragedia. Al principio, fue una celebración divisiva, vista por diferentes partidos como un "contrapeso" al día en memoria de las víctimas del Holocausto. Pero no hubo posturas contrarias ni de justificación por parte de las figuras de la oposición, que participaron en las celebraciones con un tono sobrio e institucional.
Los sucesos de Basovizza y un legado controvertido en Croacia
El 9 de febrero, en vísperas de las celebraciones, se encontraron escritos en esloveno (que fueron posteriormente borrados) en la carretera frente a las puertas de la foiba de Basovizza: "Trieste es nuestra, muerte al fascismo, libertad para los pueblos", rezaban los mensajes.
El acto vandálico provocó la dura condena de Mattarella. "Las provocaciones escuálidas no pueden socavar la memoria de las víctimas", declaró. En cambio, la cuestión de las foibe sigue siendo mucho más compleja en Croacia, patria del mariscal Tito y sede, en el periodo de entreguerras, de uno de los partidos fascistas más feroces de Europa.
En 2019, Antonio Tajani, entonces presidente del Parlamento Europeo, pronunció un discurso para conmemorar los acontecimientos de las foibe. Fue contestado muy duramente por Andrej Plenkovic, entonces primer ministro de Croacia, exigiéndole aclaraciones y acusándole de "apoyar reivindicaciones territoriales". Este año, las autoridades croatas no han hecho declaraciones al respecto.
Celebraciones conjuntas con Eslovenia
Este año, la Capital Europea de la Cultura será Gorizia-Nova Gorica. El 8 de febrero, el presidente Mattarella asistió a la jornada inaugural junto a su homóloga eslovena, Nataša Pirc.
Hace cinco años, el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, y su entonces homólogo esloveno, Borut Pahor, se encontraron a las puertas de Basovizza y pasaron de la mano por la entrada de la foiba, para depositar una corona de flores en el altar que recuerda a las víctimas.
Las masacres de la foiba
Tras la caída de Benito Mussolini en 1943, la situación en los Balcanes occidentales se volvió especialmente difícil: Roma controlaba Istria, Dalmacia y Rijeka (entonces llamada Rijeka). Pero en esa zona, las tropas fascistas, que luchaban cada vez más contra los partisanos yugoslavos del mariscal Tito, habían dejado vía libre a los nazis.
Las tropas nazi-fascistas empezaron a llevar a cabo masacres contra los partisanos yugoslavos, como la de Lipa en abril de 1944. Al final, hubo 1,7 millones de víctimas en territorio yugoslavo.
Pero el control cada vez más laxo de la zona por parte de los fascistas llevó a la pérdida de zonas cada vez más extensas y a represalias contra la población italiana: los partisanos yugoslavos empezaron a arrojar entre 3.500 y 11.000 personas a las foibe (cavidades cársticas).
Entre ellas, la mayoría (alrededor del 80%) eran soldados fascistas, y el 97% eran hombres. Pero también hubo muchas víctimas civiles e inocentes entre ellas. Las represalias se llevaron a cabo en las provincias de Pola, Trieste y Gorizia, mayoritariamente italianas pero ocupadas por los partisanos de Tito.
El historiador Raoul Pupo, uno de los mayores expertos en el tema, habla de "represalias de base política y no étnica", pero esto no resta peso a la inmensa e injustificada violencia llevada a cabo por las tropas de Tito.
El destino de la región tras la Segunda Guerra Mundial
En febrero de 1947, tras varias discusiones sobre el destino de la región, la zona de la antigua región italiana de Venecia Julia se dividió en dos: Trieste bajo ocupación angloamericana, Fiume, Istria y Dalmacia bajo los titoístas.
La fase de matanza había terminado casi por completo, pero comenzó el éxodo de la población de lengua y cultura italiana: entre 250 y 300 mil personas huyeron dejándolo todo atrás. En Zadar, por ejemplo, se marcharon 15 mil personas de una población total de 22.000, todas de origen italiano. Además de los daños, muchos de ellos tuvieron que sufrir la burla de ser tratados como ciudadanos de segunda clase en el país, ya que muchos vinculaban su origen y huida al colaboracionismo fascista.
No obstante, algunas ciudades se comprometieron a acoger a los recién llegados: en Roma, en 1948, se construyó el "pueblo Giuliano" en la parte sur de la ciudad. La Spezia, por su parte, acogió a 4.000 refugiados. Pero durante años, las asociaciones de víctimas fueron incapaces de romper el muro de silencio.
El camino hacia el día del recuerdo
A pesar de ello, en los años 90 las víctimas empezaron a tener su propio espacio en el debate público, con personalidades como Norma Cossetto o Andra y Tatiana Bucci. En 1992 se rompió la doctrina establecida de no investigar los crímenes de guerra en Istria y Dalmacia.
De hecho, se aceptó la denuncia de Nadia Cernecca, hija de una víctima, para abrir un juicio contra los autores de las masacres que aún vivían. Este juicio terminó en punto muerto, ya que en 2004 se declaró que los magistrados italianos no tenían competencia territorial para este tipo de delitos. Sin embargo, ese mismo año, en reconocimiento del sufrimiento y las pérdidas de los istriano-dálmatas, se estableció finalmente un día de recuerdo para los exiliados y las víctimas.