Por primera vez en la historia, una figura de la oposición venezolana recibe el máximo reconocimiento mundial a la defensa de la paz y los derechos humanos. El comité noruego distingue a María Corina Machado por su "incansable labor en favor de los derechos democráticos del pueblo venezolano".
El anuncio llegó desde Oslo, pero su eco resonó con fuerza en todo el mundo: María Corina Machado, figura central de la oposición venezolana desde hace más de dos décadas, recibirá este miércoles el Premio Nobel de la Paz en una gran ceremonia en Noruega. Un salto que no solo consagra su figura, sino que redefine la percepción global de la lucha democrática en Venezuela.
El galardón reconoce, según el comité noruego, "su defensa inquebrantable de los derechos democráticos del pueblo venezolano" y su "lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia".
El premio corona una trayectoria marcada por su enfrentamiento con el chavismo, la movilización ciudadana y sucesivos periodos de persecución política, que han limitado su participación institucional y su capacidad de acción pública.
Una ingeniera que se convirtió en símbolo político
Ingeniera industrial formada en la Universidad Católica Andrés Bello, Machado irrumpió en la vida pública a comienzos de los 2000 al cofundar la organización Súmate, dedicada a promover la participación electoral y la transparencia en los procesos comiciales. Su papel en el referendo revocatorio contra Hugo Chávez en 2004 la situó en el centro del debate político y bajo fuerte presión gubernamental.
En 2010 fue elegida diputada, aunque en 2014 perdió su escaño tras participar como representante alterna de Panamá en una sesión de la OEA, episodio que marcó una nueva fase de confrontación con el Estado. Desde entonces, se consolidó como una de las voces más firmes contra el chavismo, denunciando el deterioro institucional y exigiendo un cambio político basado en elecciones libres.
Pero esa trayectoria no solo ha sido política: ha sido sufrida. El 9 de enero de 2025, tras reaparecer en una multitudinaria manifestación en Caracas después de más de cuatro meses en la clandestinidad, Machado fue interceptada violentamente por fuerzas de seguridad, su moto fue derribada y se detonaron armas de fuego.
Durante su detención fue forzada a grabar varios vídeos que las autoridades difundieron como prueba de que no había sido arrestada. Su equipo denunció que se trató de una coacción del régimen para negar su detención. Horas después fue liberada, y desde un lugar seguro denunció la violencia sufrida y reiteró su compromiso con la causa democrática.
Ese momento, como muchos otros, representa las presiones crecientes contra ella. Pero la represión no afectó solo a Machado: en los últimos meses miembros destacados de su equipo y activistas cercanos han sido detenidos, perseguidos o forzados al exilio. Por ejemplo, tras las elecciones de 2024 y la escalada represiva, personal de su formación fue arrestado o expulsado a la clandestinidad como parte de una estrategia sistemática para desarticular la oposición.
El reconocimiento a una resistencia cívica
Para el comité noruego, se trata de una figura "cuya dedicación personal a las libertades fundamentales ha inspirado a millones de venezolanos dentro y fuera del país". El organismo subraya que su liderazgo ha sido "estrictamente no violento" y que ha contribuido a evitar un escenario de confrontación armada en Venezuela.
La primavera política de Machado resurgió con fuerza en 2023, cuando arrasó en las primarias de la oposición con más del 90% de los votos. Su popularidad creció en paralelo al deterioro del país, y su candidatura desató una esperanza que se extendió incluso entre sectores desencantados, tradicionalmente alejados de la oposición.
El régimen respondió reinstalando la estrategia que ya había usado contra otros líderes opositores: inhabilitación política, restricciones de movimiento y vigilancia constante. Aunque obtuvo el respaldo masivo de las bases opositoras, se le impidió competir formalmente en las elecciones presidenciales.
En 2024, la proyección internacional de Machado dio un salto decisivo cuando el Consejo de Europa le otorgó el Premio Václav Havel de Derechos Humanos, en reconocimiento a su labor denunciando las violaciones de libertades fundamentales en Venezuela y su defensa persistente de la vía democrática. Como consecuencia de la persecución y su vida en la clandestinidad, fue su hija quien acudió a Estrasburgo para recibir el galardón en su nombre.
Su figura se ha convertido en "el rostro de la resistencia" y en referencia obligada para entender una oposición que, lejos de agotarse, encontró en su liderazgo un catalizador.
El comité destaca que, pese a las amenazas, detenciones y agresiones, Machado se negó a abandonar el país y continuó llamando a la presión internacional combinada con movilización interna no violenta. Ese compromiso con la paz y la democracia es, según el jurado, su aporte más decisivo en un momento regional marcado por la polarización.
Un Nobel con un importante mensaje político
El premio ha sido interpretado como un respaldo global al pueblo venezolano y un aviso al régimen de que la comunidad internacional sigue vigilante. Para Machado, según declaró el comité noruego, no se trata de un reconocimiento personal, sino "de un homenaje al coraje de los ciudadanos que han defendido la democracia, incluso cuando parecía inalcanzable".
El organismo también subraya que su trabajo ha tenido eco más allá de Venezuela: su movimiento se ha convertido en "modelo de organización civil en sociedades polarizadas", y su trayectoria podría servir de guía para otras luchas democráticas en la región. Machado se convierte hoy en una voz que buscaron apagar y que ahora se escucha más fuerte que nunca.