Paul Doyle, de 54 años, utilizó su vehículo "como arma" después de perder los nervios con la multitud en un desfile de la victoria del Liverpool FC el 26 de mayo, según argumentaron los fiscales.
Un conductor que hirió a más de 130 personas al arrollar con su coche a una multitud de aficionados al fútbol que celebraban en mayo el título de la Premier League del Liverpool fue condenado el martes a 21 años y medio de cárcel.
Paul Doyle, de 54 años, embistió con su monovolumen a una multitud de aficionados en Liverpool el 26 de mayo y sólo fue detenido después de que un transeúnte subiera al vehículo y lo detuviera.
Doyle sollozó durante los dos días que duró la sentencia mientras los fiscales detallaban el crimen, utilizando imágenes gráficas de vídeo y leyendo emotivas declaraciones de docenas de víctimas. El mes pasado se declaró culpable de 31 cargos, entre ellos conducción peligrosa y varios cargos de tentativa de lesiones graves y lesiones intencionadas.
Al dictar sentencia contra Doyle el martes en el Tribunal de la Corona de Liverpool, el juez Andrew Menary dijo que las imágenes del incidente eran "verdaderamente estremecedoras".
"Es difícil, si no imposible, transmitir sólo con palabras las escenas de devastación que causaste. En él se ve cómo aceleró deliberadamente contra grupos de aficionados, una y otra vez", declaró Menary. Según la fiscalía, Doyle utilizó su vehículo "como un arma" para embestir al mar de gente que caminaba hacia él tras el desfile de la victoria.
Según el fiscal Paul Greaney, Doyle estaba furioso porque no podía llegar lo suficientemente rápido a su destino para recoger a un amigo de la familia que había asistido al desfile. "Era un hombre furioso, cuya ira se había apoderado completamente de él", argumentó Greaney. "No sólo causó lesiones a gran escala, sino que generó horror en quienes habían asistido a lo que habían pensado que sería un día de alegría".
El juez Menary desestimó la afirmación de Doyle de haber entrado en pánico por considerarla "manifiestamente falsa". Los fiscales dedicaron horas a leer las declaraciones de las víctimas, algunas de ellas aún con heridas. Una de ellas era la de un chico de 16 años que perdió su puesto de aprendiz como carpintero porque las pesadillas no le dejaban dormir y no podía concentrarse en el trabajo.
Un hombre de 23 años explicó que tuvo que aprender a andar de nuevo. Susan Farrell, una madre de 55 años, cuya hija era hincha incondicional del Liverpool, afirmó que ya no podía ver los partidos. "La visión de las camisetas rojas y el sonido de los cánticos son recuerdos insoportables de aquel día", declaró Farrell.