Mientras millones de personas dormían tras la Nochebuena, el Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial (NORAD) volvió a rastrear el viaje de Papá Noel, una tradición de 70 años que combina tecnología militar, miles de voluntarios y una iniciativa digital.
Mientras millones de niños intentaban no quedarse despiertos y algunos colgaban el teléfono tras oír que Papá Noel no aparecería si no estaban dormidos, otros llamaban con una pregunta más urgente: si San Nicolás sería capaz de encontrarlos. Al mismo tiempo, muchos adultos seguían atentos a su recorrido en tiempo real.
Así, mientras gran parte del mundo dormía, el NORAD volvió a cumplir una de sus tradiciones más singulares: seguir el viaje de Papá Noel por el planeta.
Desde hace 70 años, el Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial, una operación conjunta de Estados Unidos y Canadá creada en plena Guerra Fría para vigilar amenazas en los cielos, dedica cada Nochebuena parte de sus recursos a una misión simbólica que se ha convertido en un ritual navideño global.
Más de 1.000 voluntarios atendieron llamadas durante la Nochebuena, desde las cuatro de la mañana hasta la medianoche, en una operación que se desarrolló desde un hangar de la Base Peterson de la Fuerza Espacial, en Colorado Springs, decorado con motivos navideños.
Este año, la tradición incorporó una novedad: por primera vez, quienes quisieron localizar a Papá Noel pudieron llamar directamente a través de la página web del programa. Según los organizadores, el cambio facilitó el acceso a personas que viven fuera de Norteamérica. El sitio permite además seguir el recorrido en nueve idiomas, entre ellos inglés y japonés.
La dimensión del interés no es menor. El año pasado, unas 380.000 llamadas llegaron al centro de atención del NORAD durante la noche del 24 de diciembre, una cifra que refleja cómo una iniciativa nacida casi por accidente se ha convertido en un fenómeno internacional.
Aunque Papá Noel no representa ninguna amenaza, la tecnología empleada para seguir su trayecto es la misma que el NORAD utiliza a lo largo del año para cumplir su misión principal. Radares, satélites y aviones permiten rastrear su salida desde la línea internacional de cambio de fecha, sobre el océano Pacífico, explicaron portavoces del mando.
Incluso hay una explicación "técnica" para los más curiosos: la nariz de Rudolph, el reno que guía el trineo, emite una firma de calor comparable a la de un misil, lo que facilita su detección por los satélites. Con la Navidad ya celebrada y los regalos abiertos, la historia se repite una vez más: mientras el mundo dormía, una de las estructuras militares más sofisticadas del planeta volvió a vigilar, por una noche, el viaje más esperado del año.