Marika Bonde ha hecho su sueño realidad. Hace tres años, con su compañero Tomas, esta antigua camarera de 45 años creó su propia empresa, una página web en la que vende artículos para fiestas.
Este año, Marika ha tenido una cifra de negocio de 500.000 euros, un 20 por ciento más que en 2011. Y va a contratar muy pronto a su primer empleado. Pero sobre todo, Marika es feliz. Vive en el campo en Suecia, lejos de las aglomeraciones de la gran ciudad. “Me encanta el campo. Y el comercio electrónico me ha dado la oportunidad de trabajar desde aquí, es donde me gusta estar.”
La empresa de Marika nació gracias a e-factory, un proyecto que desarrolló la región de Uppsala entre 2008 y 2010, que ha recibido uno de los Premios
Europeos a la Promoción Empresarial de la Comisión Europea, y que ha permitido la creación de 200 empresas de comercio electrónico como la de Marika. La mitad de ellas todavía funciona.
A Marika, e-factory la ha ayudado mucho a crear la página web. “E-factory nos ayudó a creer en nosotros mismos como empresarios. Creyeron en nuestro proyecto. También nos ayudaron a financiar el negocio. Nos dieron los contactos adecuados que podrían ayudarnos con el comercio electrónico, porque no teníamos ninguna experiencia en Internet.”
Y hoy, Marika sigue trabajando con el ex director del proyecto e-factory, Leo Padazakos. Es un empresario griego que vive en Suecia desde hace ocho años. Apasionado de las empresas en el medio rural, Leo trabaja sobre otras formas de lanzar este tipo de actividad. “Otra forma de ayudar a las empresas es financiarlas a través del crowdfunding o micromecenazgo. Que consiste en que mucha gente invierte pequeñas cantidades de dinero para financiar empresas locales.”
Marika tiene claro cuál es el secreto: “Nuestra clave para el éxito es creer en tu idea, no darte por vencido y encontrar un buen socio.”