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Día Mundial de la Música: Cinco tradiciones europeas que quizá no conozcas

Djivan Gasparyan era un compositor e intérprete armenio que tocaba el duduk, parecido a un oboe.
Djivan Gasparyan era un compositor e intérprete armenio que tocaba el duduk, parecido a un oboe. Derechos de autor Sebmarouani (CC 3.0)Wikimedia
Derechos de autor Sebmarouani (CC 3.0)
Por Joshua Askew
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Desde las gaitas eslovacas al duelo poético en Chipre. Europa cuenta con muchas tradiciones musicales cautivadoras.

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Desde su creación hace 41 años en Francia, la Fête de la Musique, conocida como Día Mundial de la Música, se ha convertido en un fenómeno internacional.

Se celebra el 21 de junio en más de setecientas ciudades de ciento veinte países, desde Brasil a Japón, pasando por todos los demás.

En un mundo en el que la inteligencia artificial amenaza con apoderarse de todos los aspectos de nuestras vidas, hay una cosa que parece cierta: los héroes de la música que elegimos para celebrar la vida seguirán siendo los mismos durante mucho tiempo.

Salir a la calle y disfrutar de la música en directo, rodeados de miles de personas que comparten la misma pasión y amor por este arte, será siempre una experiencia única,  colectiva que va más allá de la tecnología.

Su fundador Maurice Fleuret inició el Día Mundial de la Música para rendir homenaje a "la música en todas partes y el concierto en ninguna", así que, sin más preámbulos, echemos un vistazo a algunas de las prácticas musicales más cautivadoras de Europa. 

Advertencia: Hay gaitas en la lista, pero no vienen del sitio que estás pensando...

Música de _Duduk,_Armenia

El duduk, u oboe armenia, es un delicado instrumento de viento fabricado con madera blanda de árboles de albaricoque.

Se toca de diversas formas en Azerbaiyán, Turquía, Georgia e Irán. Produce una música cálida, suave y ligeramente nasal, a la vez triste y misteriosa.

Las raíces de la música duduk armenia se remontan a los tiempos de los antiguos reyes. Algunos especialistas creen que tiene unos mil quinientos años de antigüedad.

Muchos armenios consideran este tipo de música, que a menudo se toca a dúo, como la expresión más elocuente de la calidez, la alegría y de su historia.

Según Jonathan McCollum, el instrumento es "en realidad el único verdaderamente armenio que ha sobrevivido a lo largo de la historia, y como tal es un símbolo de la identidad nacional armenia".

A pesar de ello, la popularidad de la música duduk ha decaído en este país en las últimas décadas, sobre todo en las zonas rurales donde surgió.

Duelo poético Tsiattista, Chipre

Animada, improvisada y ruidosa, el Tsiattista es la tradicional versión chipriota de la batalla de rap.

Se trata de un duelo poético interpretado al son del violín o el laúd en el que poetas y cantantes intentan superarse unos a otros con versos y rimas encendidos en justas o torneos.

Tradición grecochipriota, el Tsiattista ha sido durante mucho tiempo un espectáculo popular en bodas, fiestas, ferias y otras festividades, donde una multitud entusiasmada anima a los artistas.

Para triunfar en el escenario, los poetas necesitan agudeza de ingenio, un profundo conocimiento de las tradiciones musicales y poéticas de Chipre, un vocabulario rico y una gran imaginación. La competencia puede ser feroz.

La mayoría de los pesos pesados de este arte son hombres mayores. Aunque en la actualidad hay una generación de jóvenes poetisas que está causando furor.

Cultura de la gaita, Eslovaquia

La gaita no es solo cosa de gallegos y escoceses.

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En Eslovaquia también existe una rica tradición gaitera, que incluye no solo números musicales propios, sino también danzas, técnicas de construcción de instrumentos, estilos y letras especiales de acompañamiento. 

Aunque hay muchas diferencias regionales, el conmovedor lamento de este singular instrumento se oye en todo este país del este de Europa. De hecho, es un sello distintivo de la cultura popular tradicional eslovaca.

Los gaiteros, que utilizan instrumentos fabricados con piel de cabra, suelen actuar junto a una ecléctica combinación de músicos, cantantes y bailarines en grandes grupos.

Las comunidades eslovacas suelen estar orgullosas de contar con un gaitero entre sus filas y, cuando asisten a actos sociales, la música que se escucha a menudo ayuda a forjar un sentimiento de pertenencia.

Tambores y cantos inuit, Groenlandia

Aunque no esté en el continente europeo, Groenlandia forma parte geopolíticamente de Europa, así que hemos incluido en esta lista sus tambores y bailes tradicionales inuit.

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Interpretada en solitario o en grupo, esta música anima las fiestas nacionales, las celebraciones festivas y los actos sociales de la isla ártica.

Con una técnica muy refinada, los tamborileros doblan las rodillas, se inclinan hacia delante y golpean el instrumento, o qilaat como se lo conoce, con un hueso o trozo de madera, produciendo un golpe agudo y resonante.

Estos sonidos melodiosos y monótonos suelen acompañarse de letras que tratan sobre amor, añoranza, humor y caza.

Para los inuit groenlandeses, los tambores y los cantos encarnan su identidad común, creando una continuidad entre el pasado y el presente.

En estos territorios, los tambores se consideran símbolos de equidad e igualdad. Se reconoce universalmente que pertenecen a todos, independientemente de la edad, el sexo, la condición social o las opiniones políticas.

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Festivales bálticos en Estonia, Letonia y Lituania

La rica tradición de música folclórica del Báltico se reúne en grandes festivales una vez cada cinco años en Estonia y Letonia y cada cuatro en Lituania.

Estos importantes eventos, que duran varios días, cuentan con hasta a cuarenta mil cantantes y bailarines, normalmente pertenecientes a coros y grupos de baile aficionados.

Sus repertorios reflejan la amplia gama de tradiciones musicales de los países bálticos, desde las antiguas canciones populares hasta los números contemporáneos.

Las celebraciones surgieron de los coros y conjuntos musicales que fueron formalizados por primera vez en Estonia durante el siglo XVIII, y pronto se extendieron por las zonas rurales y urbanas.

Cuando, tras la Primera Guerra Mundial, los países bálticos intentaron independizarse de Rusia, estas celebraciones se hicieron muy populares como afirmación de la identidad cultural báltica. 

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Sin embargo, no pudieron escapar mucho tiempo de la Unión Soviética y pronto se incorporaron al bloque comunista.

Desde que recuperaron su independencia en 1991, los países bálticos han establecido  diversas medidas para proteger esta tradición. Sin embargo, ante los importantes cambios económicos y sociales que se están produciendo en la región, existen preocupación por su futuro.

Las principales amenazas actuales proceden del éxodo rural y la consiguiente desintegración de los grupos locales de aficionados.

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