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Ocean | Carbono azul, ¿una solución contra el cambio climático?

En colaboración con The European Commission
Ocean | Carbono azul, ¿una solución contra el cambio climático?
Derechos de autor Euronews
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Por Denis Loctier
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En este capítulo de Ocean, viajamos a Irlanda para ver cómo los humedales de la isla Derrymore están capturando más dióxido de carbono del que liberan.

"Cuando se trata de luchar contra el cambio climático, a menudo pensamos en plantar más árboles. Pero los humedales costeros, como estas marismas del suroeste de Irlanda, capturan y almacenan dióxido de carbono incluso mejor que los bosques tropicales. ¿Estamos pasando por alto una solución al cambio climático que está justo bajo nuestros pies?", dice Denis Loctier, reportero de Euronews. 

Con cada marea alta, las olas del Atlántico bañan las marismas de la isla Derrymore. Es más que una vista panorámica; es un sumidero de dióxido de carbono natural. 

Un equipo del University College Dublin (UCD) está aquí para estudiar la eficacidad de estos pantanos para eliminar el CO2 del aire.

"Las marismas son un hábitat inundado por las mareas bajas, y las plantas que viven aquí deben poder tolerar las condiciones saladas y también las condiciones de anegamiento, que hacen que las marismas sean buenas para almacenar CO2", explica Grace Cott, ecologista de humedales costeros, UCD.

Todas las plantas capturan CO2 para crecer, pero en tierra firme liberan la mayor parte de ese dióxido de carbono al aire cuando se descomponen. Los pastos de los pantanos son diferentes. Saturados con agua salada, es menos probable que se descompongan, lo que mantiene el dióxido de carbono capturado en el suelo.

Cavamos medio metro para encontrar raíces y tallos que han retenido su dióxido carbono durante un siglo.

"Estamos tratando de tener una idea exacta de cuánto CO2 se almacena en este hábitat, y luego podemos proponer diferentes formas de gestionar estos hábitats para que puedan continuar almacenando dióxido de carbono", señala Grace Cott, ecologista de humedales costeros, UCD.

La herramienta clave para esta investigación es la torre de covarianza de remolinos. Un instrumento sensible que rastrea el intercambio de gases entre el suelo y la atmósfera, indicando la cantidad real de dióxido de carbono que el pantano es capaz de almacenar.

"Lo que calculamos aquí son los flujos de dióxido de carbono y vapor de agua. Estamos viendo la absorción de CO2 durante el día, debido a la fotosíntesis, y luego las emisiones de dióxido de carbono durante la noche, debido a la respiración de las plantas", cuenta Lisa Jessen, investigadora en ecología de marismas, UCD.

Este próspero humedal está capturando más carbono del que libera. Pero esto solo sucede cuando las condiciones logran un equilibrio: ni demasiado húmedo, ni demasiado seco.

"Cuando los sistemas se inundan, tienen dificultades para seguir funcionando correctamente. Y en el otro extremo, si drenamos el ecosistema para, digamos, uso agrícola, eso afecta negativamente al sistema y libera una gran cantidad de dióxido de carbono", señala Elke Eichelman, científica ambiental, UCD.

Si los humedales costeros se deterioran, pueden pasar de ser un sumidero de dióxido de carbono a una fuente de dióxido de carbono, exacerbando el cambio climático.

"Los humedales costeros de todo el mundo están amenazados por el desarrollo, la agricultura y también por el aumento del nivel del mar. En Irlanda, en particular, hemos perdido muchos hábitats de marismas en los últimos años, pero también a nivel mundial, eso también es cierto. Esto es válido para los bosques de manglares y para los pastos marinos", afirma Grace Cott, ecologista de humedales costeros, UCD.

El drenaje de un humedal desencadena la descomposición de la materia orgánica almacenada a lo largo de los siglos.

Los pólderes neerlandeses

Un ejemplo son los pólderes neerlandeses. Debajo de los campos verdes del norte de los Países Bajos se encuentran turberas, que son básicamente pantanos antiguos. Para mantener la tierra seca para las vacas lecheras, especialmente cuando está a casi cinco metros bajo el nivel del mar, es necesario bombear agua continuamente.

Pero la zona se ha vuelto a humedecer y ahora las plantas Typha, también conocidas como espadañas, están brotando de turberas sumergidas en unos 15 centímetros de agua. Debido a que el suelo ya no está expuesto al oxígeno, no libera tanto CO2 de la turba en descomposición.

Aldert van Weeren, que dirige este experimento, cree que podría ser una alternativa más ecológica a la producción lechera tradicional de la zona.

"La cantidad de dióxido de carbono que se desprende de un litro de leche producida en estas praderas es aproximadamente la misma emisión que la que se produce al quemar dos litros de benceno en un coche. En el momento en que se vuelve a mojar, ya no hay emisiones de carbono procedentes de esta zona. Pero entonces no puedes tener vacas corriendo y pastando. Así que es un cultivo diferente. Y en lugar de ser un productor de leche, ahora soy un productor de fibra", cuenta Aldert van Weeren, Wetlands International Europa.

Convertir el CO2 en materiales de construcción sostenibles

La planta es naturalmente fuerte, flexible y resistente a la putrefacción. Aldert van Weeren ve un gran potencial para sus fibras, desde telas no tejidas hasta materiales de construcción y embalaje más ecológicos.

"Es casi imposible romperlo. Puedes probar lo que quieras, incluso puedes ponerte de pie encima de él. Es una estructura muy estable debido a estas células y su sistema de esponjas. Y lo convierte en un buen material de construcción y un material aislante perfecto. Y eso es lo que creemos que será el futuro de la agricultura: este tipo de cosas, un buen material de construcción para la ciudad de Ámsterdam", afirma Aldert van Weeren, Wetlands International Europa.

Incentivos financieros para reducir emisiones y restaurar los hábitats naturales, podrían ayudar a que este uso de la tierra sea financieramente viable a largo plazo. Y máquinas ligeras podrían llevar el cultivo de humedales a gran escala, convirtiendo el CO2 en materiales de construcción sostenibles.

"Esto está hecho simplemente de capas de totora cortadas una encima de otra. Y como aglutinante, usamos óxido de magnesio. No quema, es autoportante y es un aislante. Y esas fibras de celulosa mezcladas con agua te dan este tipo de de tablas, simplemente hechas de fibras vegetales puras sin ningún aglutinante. Esto es una unión hidromecánica. La gente no lo cree, pero es verdad, ¡funciona!", asegura Aldert van Weeren, Wetlands International Europa.

Pero la captura de dióxido de carbono costero no se limita a la tierra: también ocurre bajo el agua.

Life Transfer, el programa europeo para recuperar las praderas marinas

Esta laguna en Emilia-Romaña, en Italia, es un hábitat natural para peces utilizado para la acuicultura extensiva. Las zonas de pastos marinos proporcionan algo más que un vivero ideal para los peces: a nivel mundial, estas plantas submarinas capturan el 10 % de todo el carbono enterrado en los sedimentos oceánicos.

Hace medio siglo, todas las lagunas locales estaban cubiertas de pastos marinos. Desde entonces, la mayoría de estas plantas han sido aniquiladas, probablemente debido a la contaminación. Ahora, un proyecto financiado con fondos europeos, Life Transfer, está replantando pastos supervivientes en lagunas cercanas, inspirado por resultados prometedores de un sitio piloto, cerca de Venecia.

"Necesitamos revertir el proceso. Por lo que tenemos que llegar a una fase en la que las praderas marinas se estén expandiendo, como ha ocurrido en la Laguna de Venecia. Tenemos un buen ejemplo de éxito, que queremos exportar a todo el Mediterráneo, y no solo eso, a toda Europa", señala Graziano Caramori, coordinador del proyecto Life Transfer.

Dirigido por Graziano Caramori, el equipo de investigación ha ideado un método para dar un nuevo hogar a las praderas marinas. Cogen un trozo de pasto donante y lo mueven rápidamente a otro lugar con características similares.

Italia, Grecia y España trabajan en este proyecto

Su objetivo es aumentar las probabilidades de que estas plantas submarinas se conviertan en exuberantes praderas del fondo marino. A largo plazo, esto debería resultar en agua más limpia, menos erosión costera y nuevos refugios seguros para la vida silvestre acuática. Este trabajo se está realizando en Italia, Grecia y España.

"Sin duda haremos un enorme regalo al medio ambiente al mejorar la biodiversidad de la zona, pero también nos haremos un regalo a nosotros mismos, aumentando la capacidad de captura de CO2 y, como resultado, podemos hacer una pequeña contribución a la lucha contra el cambio climático", afirma Michele Mistri, profesor de Ecología Marina, Universidad de Ferrara.

Desde marismas hasta praderas marinas, algunas de las mejores soluciones al desafío climático están en nuestras propias costas.

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