Un cambio de rumbo a escala mundial es necesario para contribuir a garantizar la salud del planeta, según un nuevo informe de Naciones Unidas.
Un enfoque interconectado, que movilice a toda la sociedad y a todos los gobiernos, para redefinir la economía y el medio ambiente sigue siendo nuestra única opción ante la amenaza creciente del cambio climático. Es la advertencia del informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) Global Environment Outlook 7‘Un futuro que elegimos’, que reclama un cambio de rumbo global para asegurar un planeta sano y prosperidad para todos.
Elaborado por 287 científicos de 82 países, el informe detalla los impactos devastadores que desatará el cambio climático si los países no se coordinan para transformar sistemas como la energía y la alimentación.
La ONU pide un giro global en la acción climática
"Si elegimos seguir por el camino actual, alimentar nuestras economías con combustibles fósiles, extraer recursos vírgenes, destruir la naturaleza y contaminar el medio ambiente, los daños se acumularían", dice la directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen.
El informe advierte de que el cambio climático recortaría un 4% del PIB mundial anual en 2050, costaría la vida a millones de personas y dispararía los desplazamientos forzosos.
Si no se aborda la crisis interconectada del cambio climático, el colapso de la selva amazónica y de las capas de hielo también se convertiría en una realidad cercana, mientras la disponibilidad de alimentos se reduciría y se perderían cientos de millones más de hectáreas de espacios naturales.
Sin embargo, con niveles de inversión adecuados, podrían evitarse en torno a nueve millones de muertes prematuras para 2050, la mayoría atribuibles a la reducción de la contaminación del aire. Se estima que 200 millones de personas también saldrían de la pobreza extrema, mientras 300 millones tendrían acceso a fuentes de agua gestionadas de forma segura.
El informe añade que, aunque esto supondrá costes iniciales significativos, los beneficios macroeconómicos globales de esta senda empezarán a percibirse en 2050 y crecerán hasta 20 billones de dólares (aproximadamente 17,19 billones de euros) al año en 2070.
¿Cómo puede el mundo invertir en la acción climática?
"Este nuevo camino empieza por ir más allá del PIB como medida del bienestar económico", afirma Andersen. Los científicos sostienen que indicadores integrales que también midan la salud del capital humano y natural son mucho más eficaces a la hora de orientar las decisiones económicas y empresariales.
También piden una transición hacia modelos de economía circular que reduzcan la huella material, así como una descarbonización rápida del sistema energético. Esto exigiría abandonar los combustibles fósiles, principal origen de los gases de efecto invernadero, algo nada sencillo.
A comienzos de este año, los llamados petroestados bloquearon que una hoja de ruta para la eliminación de los combustibles fósiles se incluyera en el acuerdo final de la COP30, lo que significa que el camino hacia un futuro energético más verde queda ahora fuera del mandato de la ONU.
Avanzar hacia dietas sostenibles, reducir el desperdicio, mejorar las prácticas agrícolas y ampliar las áreas protegidas mientras se restauran los ecosistemas degradados también fueron señalados como palancas clave del cambio. "El cambio siempre es difícil, más aún cuando es de una escala tan enorme", dice Andersen. "Pero debemos cambiar. Ante la humanidad se abren dos futuros, elijamos el correcto."