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Arrancó la temporada de incendios forestales: ¿qué se está haciendo mal en Europa?

Firefighters spray water as they try to douse a fire near the village of Biguglia, Corsica island, France, July 25, 2017.
Firefighters spray water as they try to douse a fire near the village of Biguglia, Corsica island, France, July 25, 2017. Derechos de autor AP Photo/Raphael Poletti
Derechos de autor AP Photo/Raphael Poletti
Por Alice Tidey
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Según los expertos, la Unión Europea se está centrando demasiado en suprimir los incendios forestales, pero no aborda adecuadamente las causas fundamentales.

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Cuando esta semana empezó oficialmente el verano en Europa, ya se habían entregado en todos los países de la Unión Europea nuevos y relucientes Canadairs, así como otros vehículos de extinción de incendios, y cientos de bomberos ya estaban preparados para hacer frente a cualquier incendio forestal que pueda declararse en esta estación.

La temporada de incendios forestales en Europa no es inminente, sino que ya está en curso, y las estadísticas ya superan con creces la media. Los datos sugieren por tanto que 2023 podría ser devastador.

Para algunos, se trata de una prueba de la desacertada forma en que la Unión Europea aborda los incendios forestales, con demasiado énfasis en los servicios de emergencia y no lo suficiente en la prevención.

También preocupa la lentitud de los responsables políticos a la hora de abordar la contaminación atmosférica causada por los incendios forestales, que se sospecha es mucho más mortífera que los propios incendios.

España y Francia, muy afectadas

Según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS), a 18 de junio ya habían sido reducidas a cenizas más de 119 000 hectáreas en toda la Unión Europea, una cifra muy superior a la media de 80 000 hectáreas registrada para esa fecha en el periodo 2003-2022.

Bastaron 31 días para que las curvas que representan el número semanal acumulado de incendios y superficies quemadas de este año se desviaran significativamente de las que trazan las medias de las dos últimas décadas.

Y ello a pesar de que casi una docena de países, entre ellos Grecia e Italia —dos de las naciones tradicionalmente más castigadas—, registran cifras inferiores a la media. La superficie quemada en ambos países en lo que va de año representa sólo el 10 % de las medias que suelen registrar en esta época del año.

Pero España y Francia no han tenido tanta suerte. La superficie quemada en Francia ha superado ya las 21 000 hectáreas, unas 3,5 veces la media de las dos últimas décadas. Esta cifra se ve empequeñecida por las 66 200 hectáreas que España ha perdido en lo que va de año en 324 incendios, cifras ambas que se han más que cuadruplicado.

En varios países de Europa Central y Oriental el número de incendios también ha aumentado, aunque a partir de un nivel muy bajo, lo que confirma la tendencia observada en los últimos años, según la cual los incendios forestales también se desplazan gradualmente hacia el norte.

Extinción de incendios frente a prevención

Todo esto tiene lugar después de que el año pasado fueran devastadas más de     830 000 hectáreas —el segundo peor año desde 2006—, con daños estimados en unos 2500 millones de euros.

En respuesta, la UE reforzó su arsenal de lucha contra los incendios forestales, duplicando este año su flota de extinción hasta contar con 28 aviones estacionados en 10 países. Por segundo año consecutivo, se han destacado además cientos de bomberos en Grecia, Francia y Portugal.

No veo que se invierta en las causas subyacentes de los incendios, como la silvicultura y la gestión del suelo
Johann Georg Goldammer
Director del Centro Mundial de Vigilancia de Incendios

Por supuesto, todo esto es bienvenido, pero para el profesor Johann Georg Goldammer, director del Centro Mundial de Vigilancia de Incendios (GFMC), hoy por hoy se hace poco por abordar las causas profundas.

"Por el momento veo que casi todos los Gobiernos están repitiendo lo mismo, lo que se ha hecho anteriormente en el sur de Europa: centrarse en la extinción de incendios, pedir vehículos modernos, aviones...", se lamenta Goldammer a Euronews. "Parece que esto es, para los políticos y para la Comisión Europea y los Gobiernos, una especie de indicador de progreso, pero no veo que se invierta en las causas subyacentes de los incendios, como la silvicultura y la gestión del suelo".

Leah Hogsten/ 2021 Leah Hogsten | The Salt Lake Tribune
Bomberos forestales de Estados Unidos usan antorchas de goteo para iniciar una quema prescrita dentro del Bosque Nacional Fish Lake, el 6 de noviembre de 2021Leah Hogsten/ 2021 Leah Hogsten | The Salt Lake Tribune

Cambios climáticos y demográficos

El cambio climático influye en la multiplicación e intensidad de los incendios forestales.

Según el Observatorio Europeo de la Sequía, más de una cuarta parte del territorio de la Unión Europea se encuentra en situación de alerta por sequía, con otro 10 % en alerta, debido a graves déficits de precipitaciones y humedad del suelo.

Y luego está la subida del mercurio. Europa lleva calentándose el doble que la media mundial desde los años 80 y el año pasado se situó aproximadamente 2,3 °C por encima de la media preindustrial (1850-1900).

Desde entonces, el mundo ha vivido los meses de mayo y principios de junio más cálidos jamás registrados, y en la primera semana de este mes la temperatura media mundial superó el límite de 1,5⁰C. Todo esto significa que en amplias zonas del continente la tierra está mucho más seca de lo normal, lo que facilita la propagación de los incendios forestales.

Los cambios demográficos también cargan con gran parte de la culpa. La desertización de las zonas rurales en beneficio de los centros urbanos significa que la tierra ya no se gestiona de la misma manera.

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Goldmamer explica que la biomasa que tradicionalmente se utilizaba para la agricultura, la calefacción u otras actividades humanas locales, "ahora está a disposición de los incendios forestales".

Las medidas a corto plazo, como las quemas preventivas para reducir la biomasa inflamable en determinados corredores, pueden ayudar, pero no son una solución mágica.

El GFMC viene recomendando a los Gobiernos europeos que hagan el espacio rural más atractivo para las generaciones más jóvenes y que inviertan en la gestión tradicional e innovadora de las tierras para disminuir su inflamabilidad.

"En parte se debe al hecho de que esto lleva muchísimo tiempo", señala Goldammer. "Es muy fácil comprar media docena de aviones o aviones cisterna en tierra, invirtiendo algunos miles de millones y presentándolos en una bonita rueda de prensa. Pero invertir en dar subvenciones a los agricultores locales y a los pastores, para modificar la inflamabilidad de la tierra, lleva mucho tiempo. Lleva años. Y el éxito no es fácil de demostrar. Es difícil demostrar que se ha evitado un incendio", añadió.

Donde hay fuego, hay humo

Si el viejo refrán dice que donde hay humo hay fuego, lo contrario también es cierto. Y lo cierto es que el humo podría resultar aún más peligroso.

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"Cuando se quema vegetación, se emite una amplia gama de gases muy tóxicos y peligrosos, así como partículas, lo que repercute directamente en la calidad del aire", explica a Euronews Mark Parrington, científico del Centro Europeo de Predicción Meteorológica a Medio Plazo (ECMWF).

Se cree que la contaminación atmosférica por PM2,5 provocada por los incendios de vegetación en toda Europa causó 1400 muertes prematuras en 2005 y otras 1000 en 2008, según el Observatorio Europeo de la Salud. Mientras tanto, 865 personas murieron en incendios forestales entre 1945 y 2016 en Grecia, Portugal, España y la isla italiana de Cerdeña.

"Los efectos sobre la salud relacionados con estas exposiciones masivas a la contaminación atmosférica incluyen un mayor riesgo de síntomas respiratorios y cardiometabólicos", dice a Euronews Zorana J. Andersen, presidenta del Comité de Medio Ambiente y Salud de la Sociedad Respiratoria Europea. "Éstos podrían acarrear graves consecuencias que requieran medicación u hospitalizaciones".

"En pacientes frágiles, estos episodios de contaminación atmosférica pueden incluso desencadenar la muerte", continúa Andersen. "Los pacientes con enfermedades crónicas, especialmente asma grave, tanto niños como adultos, son especialmente vulnerables, así como los ciudadanos de edad avanzada, los enfermos cardíacos, las mujeres embarazadas y las personas que trabajan al aire libre".

La contaminación atmosférica es máxima cerca del fuego.

Pero en el caso de los megaincendios —como los que hemos visto en Francia, Portugal, España y Grecia en los últimos años—, cuando se dan las condiciones meteorológicas "adecuadas", puede desplazarse.

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Por ejemplo, el humo de los incendios forestales de Canadá de las últimas semanas ha alcanzado a veces una altura suficiente para ser recogido por la corriente y cruzar el Atlántico, según explica Parrington. En otras ocasiones, las condiciones meteorológicas mantuvieron el humo cerca del suelo, desde donde fue transportado por el viento hasta los grandes núcleos de población.

Los políticos europeos tienen una oportunidad histórica para aprobar la legislación sobre contaminación atmosférica más ambiciosa a nivel mundial
Mark Parrington
Centro Europeo de Predicción Meteorológica a Medio Plazo

Las olas de calor reducen aún más la calidad del aire y agravan la contaminación, "recordándonos que la contaminación atmosférica y las soluciones al cambio climático van de la mano", añadió la experta del ERS.

Los responsables políticos europeos, añade Parrington, deben aprobar urgentemente la legislación necesaria para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático. "Tienen una oportunidad histórica para aprobar la legislación sobre contaminación atmosférica más ambiciosa a nivel mundial".

"De este modo se reduciría significativamente la contaminación atmosférica y se conseguirían importantes mejoras directas en la salud, al tiempo que se garantizaría la mitigación del cambio climático, con un impacto positivo indirecto en la salud", sentencia Andersen.

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