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Cómo los precios del gas en Europa han caído de 300€ a 35€/MWh en solo un año

Hace un año el gas costaba 300 euros/MWh
Hace un año el gas costaba 300 euros/MWh Derechos de autor Steven Senne/Copyright 2023 The AP. All rights reserved
Derechos de autor Steven Senne/Copyright 2023 The AP. All rights reserved
Por Aida Sanchez AlonsoJorge Liboreiro
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Hace un año, los precios del gas batían precios históricos a las puertas del invierno. Ahora la situación ha cambiado, ¿qué ha sucedido?

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Las cifras parecían atenazadas por una fuerza incontenible: agosto de 2022 empezó con el TTF, el principal punto de comercio virtual de gas europeo, vendiendo el gas a 145 euros por megavatio-hora (MWh), un nivel alarmante.

Dos semanas después, el TTF superó por primera vez la barrera de los 200 euros por MWh. El 26 de agosto, la TTF hizo lo impensable: alcanzó los 300 euros MWh.

De repente, la perspectiva de que los ciudadanos europeos, acostumbrados a décadas de prosperidad, se vieran sometidos a racionamientos y apagones pasó de ser descabellada a plausible. "Los precios del gas han batido un nuevo récord. ¿Hasta dónde pueden llegar?", rezaba el titular de un artículo de Euronews publicado esa misma semana.

El titular, aunque dramático, encapsulaba la atmósfera de incertidumbre y ansiedad que caracterizaba los peores momentos de la crisis energética, un fenómeno inaudito desatado por la pandemia de la COVID-19 y exacerbado por la decisión de Vladimir Putin de iniciar una guerra contra Ucrania.

Por aquel entonces, nadie podía responder de forma convincente a la pregunta de "hasta dónde". Pero hoy, un año después y con la ventaja de la retrospectiva, sí podemos: tras tocar el techo de los 300 MWh, los precios del gas en Europa iniciaron un descenso constante y volvieron a caer a territorio de dos dígitos.

El pasado viernes, el TTF cerró su cotización a casi 35 euros MWh, un 88 % menos que el máximo histórico alcanzado en agosto de 2022. Esto acerca al continente a los patrones tradicionales observados antes de la pandemia, cuando los precios, sostenidos por las entregas abundantes y baratas de Rusia, solían oscilar con fiabilidad entre 15 y 25 euros MWh.

El drástico giro representa una de las mayores hazañas de Europa desde que el Kremlin ordenó a sus tropas cruzar a territorio ucraniano y transformó irreversiblemente la estructura de los mercados energéticos mundiales, establecida desde hacía tiempo.

Aunque los responsables políticos de Bruselas se han apresurado a felicitarse por la victoria geoeconómica, la clave del éxito radica en una intrincada combinación de factores, entre ellos un invierno más suave de lo habitual que redujo la demanda de calefacción.

El principal de ellos es el extraordinario esfuerzo que los hogares europeos y, en particular, la industria europea emprendieron para reducir su consumo de gas en un intento desesperado por atemperar sus facturas desorbitadas. Las bombas de calor, la energía solar en los tejados, el aislamiento térmico y jerséis de cuello alto se popularizaron de la noche a la mañana.

Aunque la UE introdujo objetivos sin precedentes para ahorrar energía, los consumidores desafiaron las expectativas y recortaron su consumo mucho más allá del objetivo deseado: el consumo de gas del bloque se redujo un 19,3 % entre agosto y enero, superando fácilmente el objetivo del 15 % que los Estados miembros se habían fijado el año pasado, de forma voluntaria. La política de ahorro resultó tan eficaz que se prorrogó hasta marzo de 2024.

Para la Agencia Internacional de la Energía, los cambios de comportamiento han sido tan profundos que podrían anunciar una nueva era en la forma de consumir energía. "Algunos de estos factores pueden considerarse cíclicos o temporales, como el cambio de combustible sensible al precio o los efectos meteorológicos", señala la agencia en un informe publicado a principios de año. "Otros, como las ampliaciones de capacidad renovable, las mejoras de la eficiencia y las ventas de bombas de calor, son estructurales: sientan las bases de reducciones duraderas de la demanda de gas".

"También hay cambios estructurales menos deseables, como el cierre permanente de fábricas o empresas", añadía el informe.

Con esta nueva perspectiva, la UE ya no teme el invierno de 2023-2024.

Los tanques de gas natural licuado (GNL), los múltiples acuerdos con proveedores no rusos, un nuevo plan de compras comunes y el continuo ahorro energético mantienen el suministro de gas a precios asequibles, o al menos tan asequibles como en tiempos de guerra. El almacenamiento subterráneo de gas supera actualmente el 92 % de su capacidad, una señal prometedora dado que la obligación colectiva del bloque es alcanzar el 90 % el 1 de noviembre.

Pero la volatilidad no ha desaparecido definitivamente, sino que se ha vuelto más manejable, ha afirmado Simone Tagliapietra, miembro del grupo de reflexión económica Bruegel.

"Aunque los precios son ahora mucho más bajos que el año pasado, siguen siendo volátiles. Y cualquier cosa que ocurra en el lado de la oferta o la demanda puede repercutir y hacer que el precio fluctúe con bastante fuerza diaria o semanalmente. Esto forma parte de la nueva normalidad del mercado europeo del gas", ha explicado Tagliapietra a Euronews en una entrevista.

"La volatilidad es siempre del orden del 5 %, 10 % o 20 % de fluctuación. No es nada tan dramático como hemos visto".

A medida que se invierte la tendencia y se deja atrás el pánico, ha añadido el experto, los gobiernos deberían suprimir gradualmente los subsidios masivos que pusieron en marcha durante la crisis y centrarse en cambio en ayudas específicas para los sectores más vulnerables de la población. Esta recomendación también ha sido expresada por la Comisión Europea, que teme que las constantes inyecciones de dinero público distorsionen el mercado y disminuyan la motivación para ahorrar energía.

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"Por supuesto, todo el mundo tiene que tomar medidas", ha dicho Tagliapietra. "No estamos en plena crisis, pero sigue siendo importante hacer un uso prudente del gas en el próximo invierno".

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