Europa no puede ser ecológica sin imanes. La primera planta de imanes de tierras raras ya está operativa en Narva (Estonia), lo que reduce la dependencia de China y crea empleos en la frontera rusa, una región considerada poco atractiva para la inversión.
La primera planta de imanes de tierras raras en Europa se ha inaugurado este año en Narva, al noreste de Estonia, en la frontera con Rusia. Las nuevas instalaciones, construidas por una empresa canadiense con el apoyo de la Unión Europea, marcan un hito en el esfuerzo de la UE por asegurar su propia cadena de suministro de tecnologías críticas. A día de hoy, el 90% de la demanda de imanes permanentes de la UE está cubierta por China.
Con una capacidad anual de unas 2000 toneladas métricas de bloques magnéticos, la planta de Narva podría suministrar imanes para más de un millón de vehículos eléctricos o más de 1000 turbinas eólicas marinas. Los imanes se construyen según las especificaciones necesarias para abastecer a la industria automotriz europea y a los productores de turbinas eólicas.
La empresa canadiense ya opera una planta de separación de tierras raras y laboratorios de I+D en la cercana Sillamäe. En Narva, la empresa combina polvos de tierras raras que importa de Australia con otros metales a través de procesos físicos complejos para crear los imanes permanentes esenciales para las tecnologías verdes modernas.
A ingenieros como Zorjana Mural, el proyecto les ha cambiado la vida. Tras completar su doctorado sobre imanes permanentes, dejó la academia para dedicarse al sector del petróleo y el gas, sin perspectiva de volver a trabajar con imanes en Estonia. Pero en 2023, eso cambió.
"No existe un imán con un solo polo. O se repelen, o se atraen. Cuando dejé la universidad, pensé «Se acabaron los imanes, ahora me repelerán». Pero accidentalmente, me volvieron a atraer", explica.
El impulso de la transición justa de Estonia
El proyecto representa una inversión de 75 millones de euros, de los cuales 14 millones de euros proceden del Fondo de Transición Justa de la UE y el resto se financia con fondos privados. Ahora mismo, da trabajo a unas 80 personas y se espera que la planta aumente considerablemente, con proyección de hasta 1000 puestos de trabajo en los próximos años.
Para Narva, una ciudad que durante mucho tiempo ha dependido de la extracción de esquisto bituminoso, una de las mayores fuentes de emisiones de CO₂ de Estonia, la fábrica de imanes es un punto de inflexión. La UE ha asignado 354 millones de euros a la región de su Fondo de Transición Justa entre 2021 y 2027, destinados concretamente a apoyar a aquellos países de la UE más afectados por el cambio hacia la neutralidad climática.
La ubicación de Narva, que hace frontera con Rusia, ha desalentado la inversión en la región. Para la alcaldesa de la ciudad, Katri Raik, este proyecto es un signo de renovación: