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El acuerdo comercial con Mercosur pende de un hilo mientras la UE entra en la recta final

Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, y Luiz Inácio Lula da Silva, Presidente de Brasil.
Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, y Luiz Inácio Lula da Silva, Presidente de Brasil. Derechos de autor  Geert Vanden Wijngaert/Copyright 2023 The AP. All rights reserved
Derechos de autor Geert Vanden Wijngaert/Copyright 2023 The AP. All rights reserved
Por Peggy Corlin
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25 años después del inicio de las negociaciones, el destino del acuerdo de libre comercio entre Mercosur y la UE está a punto de concluir, pero la pugna entre partidarios y detractores sigue siendo dura.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, tienen previsto viajar el 20 de diciembre para la firma de un polémico acuerdo con el bloque comercial de países sudamericanos Mercosur.

La Comisión, quelleva 25 años negociando el acuerdo, confía en que la mayoría de los Estados miembros lo apoye. Pero los diplomáticos de la UE afirman que la aritmética sigue siendo incierta, ya que la división entre partidarios y detractores sigue siendo mínima. Los próximos diez 10 serán decisivos. El acuerdo suscrito en diciembre de 2024 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay con la UE pretende crear una zona transatlántica de libre comercio. Pero la liberalización que conlleva no contenta a todos.

Italia en el punto de mira

Francia ha encabezado la oposición durante años, alegando que las importaciones del Mercosur crearían una competencia desleal para sus agricultores. París sigue haciendo campaña contra el pacto, exigiendo cláusulas de salvaguardia estrictas para proteger el mercado de la UE de las perturbaciones que, según afirma, provocaría el aumento de las importaciones de Mercosur, y disposiciones de reciprocidad para garantizar que los países de Mercosur cumplan las mismas normas de producción que los europeos.

Polonia ha movilizado a sus agricultores contra el acuerdo, al que también se oponen Irlanda y Hungría. Los Gobiernos neerlandés y austriaco, vinculados por posiciones parlamentarias anteriores, mantienen su oposición. Bélgica, por su parte, se abstendrá. Sin embargo, este grupo no es suficiente para bloquear el acuerdo, lo que requeriría al menos cuatro Estados miembros que representaran el 35% de la población de la UE.

Esto centra la atención en Italia, cuya primera ministra, Giorgia Meloni, aliada del presidente argentino Javier Milei, no se ha pronunciado formalmente. Italia es el segundo exportador de la UE a Mercosur, y el acceso al mercado que se le ofrece es muy valioso para su industria.

El ministro de Agricultura y compañero de partido de Meloni, Francesco Lollobrigida, defendió en octubre a los agricultores italianos y abogó por fuertes salvaguardias, pero las garantías presentadas por la Comisión el 8 de octubre para supervisar el mercado de la UE pueden haber inclinado a Roma a apoyar el pacto. Incluso los países que se oponen al acuerdo han respaldado las salvaguardias de la Comisión, argumentando que si se aprueba el acuerdo, será esencial una fuerte protección del mercado.

El problema del Parlamento

El Parlamento Europeo, cuya aprobación es necesaria para que el acuerdo entre en vigor, votará el 16 de diciembre las salvaguardias más estrictas, incluida la cláusula de reciprocidad. A continuación se celebrarán conversaciones con el Consejo para acordar un texto común. Un procedimiento especial podría acelerar las negociaciones, permitiendo a los Estados miembros adoptar una posición final a tiempo para el viaje previsto de von der Leyen y Costa. Pero incluso si los Estados miembros aprueban el acuerdo y se firma en América Latina, el proceso no habrá terminado. Los eurodiputados aún tendrán que ratificarlo, y los últimos meses han mostrado profundas divisiones.

Tanto la extrema derecha como la extrema izquierda se oponen al acuerdo, mientras que otros grupos están divididos en líneas similares a las del Consejo. Por tanto, en 2026, el Parlamento podría desbaratar todo el acuerdo.

En Bruselas, los diplomáticos de los países que apoyan el acuerdo están cada vez más preocupados por el frágil estado de las negociaciones y advierten de que un fracaso costaría a la UE el acceso a mercados estratégicos en un momento en que su relación con su principal socio comercial, EE.UU., se está deteriorando.

Les preocupa especialmente la dinámica del Parlamento Europeo, que este año se ha alejado de la posición de los Estados miembros en muchas cuestiones críticas, avivando las tensiones institucionales. En privado, advierten de que si el acuerdo de Mercosur fracasa en la recta final, será una clara muestra de incompetencia política, que torpedeará la tan cacareada ambición de Europa de diversificar sus socios comerciales y reforzar su influencia geopolítica.

Mientras tanto, en el Mercosur, la paciencia se agota tras décadas de trabajo. Como dijo a 'Euronews' un alto diplomático de la parte sudamericana: "Si no se respalda el acuerdo, cavaré un hoyo, lo enterraré y lo cubriré con hormigón".

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