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Paridad de precios entre vehículos eléctricos y de combustión: ¿quimera o posibilidad real?

Paridad de precios entre eléctricos y de combustión: ¿Quimera o realidad?
Paridad de precios entre eléctricos y de combustión: ¿Quimera o realidad? Derechos de autor Canva
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Por Euronews en español
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Los dos principales factores que explican la diferencia de precio entre los coches de combustión y los eléctricos son los costes asociados a las baterías y a la fabricación del vehículo en cuestión.

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Uno de los grandes argumentos de venta de los coches eléctricos es que, a pesar de la actual subida de los precios de la energía, son más baratos que los de combustión. El precio de compra, más elevado, es por su parte el principal factor disuasorio a la hora de optar por un eléctrico.

Y es que los compradores de coches nuevos que apuestan por un modelo eléctrico siguen pagando una suma importante respecto a un coche de gasolina o diésel de tamaño similar.

Hace tiempo que se espera que una paridad de costes entre los modelos eléctricos, de gasolina y diésel que haga de punto de inflexión a favor de la venta de eléctricos. Dado lo baratos que estos resultarán a la larga, para la mayoría de la gente no tendrá sentido elegir un coche de gasolina o diésel.

La paridad de precios también significará el fin de las subvenciones y ayudas que existen actualmente para salvar esa diferencia de precios entre eléctricos y de combustión.

En Noruega, donde ya existe paridad gracias a las amplias ayudas públicas, casi el 80 por ciento de los coches nuevos que se compran son eléctricos.

¿Cómo se logrará la paridad?

Los dos principales factores que explican la diferencia de precio entre los coches de combustión y los eléctricos son los costes asociados a las baterías y a la fabricación del vehículo en cuestión.

Es probable que la reducción prevista de los costes de los eléctricos se deba a la caída de los precios de las baterías y al cambio por parte de los fabricantes de automóviles a plataformas de vehículos específicamente diseñadas para eléctricos. Esto se traduce en un montaje más sencillo, paquetes de baterías estandarizados y mayores volúmenes.

A su vez, se espera que el precio de los coches de gasolina y diésel aumente, debido sobre todo a una normativa europea más estricta sobre emisiones. Todos estos factores combinados irán cerrando rápidamente la brecha de precios entre unos coches y otros.

¿Son más baratos los coches eléctricos?

Con todo, hay que destacar que los últimos acontecimientos amenazan con socavar la hipótesis de que el coste de las baterías de los eléctricos seguirá disminuyendo. ¿Por qué?

Tras la invasión rusa de Ucrania, los costes de las baterías empezaron a subir, pues el precio de las materias primas clave se disparó. Los precios del níquel se duplicaron en cuestión de meses, pues Rusia es un importante productor de níquel para baterías, con alrededor del 15 por ciento de la oferta mundial.

El níquel es un componente clave de las baterías de los coches eléctricos, ya que tiene densidad energética y, por tanto, afecta a la autonomía total. Y aunque los precios del níquel y el cobalto se han estabilizado desde entonces, Bloomberg informó en diciembre de un aumento interanual del 7 por ciento en los precios medios de las baterías de iones de litio en 2022.

Cualquier aumento del precio de las materias primas provoca inevitablemente un incremento de los costes de las baterías de los vehículos eléctricos, lo que podría invertir la tendencia a la baja de los precios de las baterías.

Comparación de sobreprecios

El sobreprecio varía de un país a otro en función del tipo impositivo y de los incentivos y subvenciones que ofrezca el Gobierno de turno.

En Irlanda, por ejemplo, el Peugeot 208 de gasolina en el acabado Allure está disponible por 27.880 euros, y un 208 diésel cuesta a partir de 30.280 euros. Pero el eléctrico tiene un precio a partir de 34.685 euros.

En Dinamarca, el sobreprecio es aún más considerable: el 208 de gasolina de acceso cuesta el equivalente a 25.537 euros, mientras que la versión eléctrica parte de 38.978 euros.

En los Países Bajos, un 208 de gasolina con acabado Active parte de 23.210 euros, el diésel de 28.370 euros, y un modelo eléctrico de 32.250 euros.

Sin embargo, para hacer una comparación completa hay que tener en cuenta los costes de funcionamiento del gasolina frente al eléctrico.

Comparando los costes de combustible de un coche eléctrico de batería (Volkswagen ID.3), con un coche de gasolina (Volkswagen Golf) con un kilometraje anual de 18.000 kilómetros, el eléctrico supone un coste 710 euros al año, y el gasolina 1.677 euros.

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Así pues, es más del doble de caro alimentar un coche con motor de combustión interna que uno eléctrico; estos datos se basaron en un coste de la gasolina de 1,694 euros el litro y un consumo de 5,5 l/100 km.

La electricidad se calculó a un coste de 25,28 céntimos por KWh y un consumo de 15,6 kWh. Los propietarios de vehículos eléctricos que se acojan a una tarifa nocturna o a una tarifa eléctrica con descuento podrían ahorrar incluso más.

¿A cuánto está la paridad de precios?

Un aumento significativo del precio de compra de los coches eléctricos podría socavar los ambiciosos planes de la Unión Europea en materia de estos vehículos, ya que los objetivos dependen de que los eléctricos dominen las ventas de coches nuevos en la segunda mitad de la década.

La paridad de precios supondría el fin de las desgravaciones fiscales y las subvenciones que actualmente existen para reducir la diferencia de coste entre eléctricos y de combustión.

Con la actual crisis del coste de la vida, ¿hasta qué punto sería factible aumentar las subvenciones y ayudas para crear artificialmente asequibilidad? La necesidad de incentivar la venta de eléctricos durante más tiempo del previsto supondría un peaje considerable para unos recursos estatales ya de por sí menguantes.

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Los analistas del sector predicen que los precios seguirán subiendo al menos uno o dos años. Está por ver si el posible aumento de los precios de las baterías y otros factores económicos acaban o no debilitando la imagen de los eléctricos y por extensión su demanda. Una cosa sí es cierta: el punto de inflexión del coche eléctrico está hoy por hoy más lejos de lo previsto.

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