Dietas 'detox' y la culpa marcan las Navidades de muchas personas. Los expertos advierten de que el problema no es lo que se come en estos días, sino la cultura de la dieta y el ciclo de restricción que daña la relación con la comida.
Durante las Navidades, los mensajes sobre "compensar excesos", dietas milagro y planes 'detox' empiezan a colarse en conversaciones, redes sociales y anuncios. Para muchas personas, estas fechas no solo traen celebraciones, sino también culpa, control y una relación tensa con la comida, incluso antes de sentarse a la mesa.
Sin embargo, cada vez más especialistas cuestionan este enfoque y proponen una alternativa más realista y saludable: dejar de pensar en la alimentación como un castigo o una prueba de voluntad, y empezar a verla como parte del autocuidado.
La Navidad no es el problema, sino la cultura de la dieta
La nutricionista y empresaria Olga Alejandre, autora de 'La belleza de ser tú' y fundadora de la plataforma Obylagom, sostiene que el problema no reside en lo que se come durante unos días concretos, insignificante si se compara con la alimentación de todo un año, sino en la presión constante por controlar el cuerpo y la comida de forma permanente.
Alejandre, especializada en trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y relación con la comida, resume su enfoque con una idea clara: "No creemos en dietas ni restricciones", sino en una nutrición "a largo plazo" que integre también factores como el descanso, la autoestima y la relación con el deporte.
Según explica, las fiestas suelen actuar como detonante de un ciclo bien conocido: restricción calórica antes de Navidad, permisividad durante las celebraciones y culpa o castigo después. Un patrón que, lejos de mejorar la salud, puede deteriorar la relación con la comida y aumentar la ansiedad. "La restricción siempre lleva a una sensación positiva, una falsa sensación de control", advierte, y ese control acaba rompiéndose con más facilidad cuando llegan los días señalados.
Cómo cuidarse sin dietas ni culpa en Navidad
Alejandre subraya que mejorar la relación con la comida no pasa por comer menos ni por eliminar alimentos, sino por aprender a escuchar al cuerpo, respetar el hambre y la saciedad y reducir el ruido mental alrededor de la alimentación.
Uno de los pilares de este enfoque es dejar de etiquetar los alimentos como "buenos" o "malos", una dicotomía que se intensifica especialmente en estas fechas. Turrones, polvorones o comidas familiares no deberían convertirse en una fuente automática de culpa. "No todo es blanco o negro", insiste, y recuerda que puede haber alimentos más nutritivos y otros menos, pero siempre dentro de un contexto.
Evitar la restricción previa para no llegar al "descontrol"
La experta advierte de un error común: recortar comidas antes de una cena navideña para "llegar con hambre". En su experiencia, suele producir el efecto contrario: más ansiedad y menos disfrute.
"Si restringimos, después viene el descontrol", resume. Y pone el foco en un concepto práctico: la saciedad como protección. "La saciedad es como un cortafuegos", explica: cuando llegamos a una comida con hambre acumulada, es más probable comer rápido, con culpa y sin registrar lo que realmente apetece.
Normalizar alimentos y evitar los 'detox' navideños
Otra estrategia, dice, es normalizar de forma planificada y consciente algunos de los dulces o alimentos que más ansiedad generan en estas fechas, en lugar de prohibirlos hasta el día de la celebración. El objetivo no es "comer por comer", sino "quitarle peso emocional" a ese alimento para poder disfrutarlo sin culpa ni sensación de pérdida de control.
Tras las fiestas, Alejandre desaconseja ayunos, los famosos 'detox' y dietas extremas. El objetivo es volver a la calma: comidas habituales, descanso, algo de organización y rutinas realistas que sean fáciles de sostener en el tiempo. "Cuando más normal lo hagas, más fácil te va a ser encontrar el equilibrio", señala.
Y recuerda el propósito de las fechas: "Las Navidades son momentos de conexión y disfrute", dice. Reducirlas a una contabilidad de calorías, advierte, suele acabar pasando factura a la salud mental.
Además, la nutricionista recuerda la importancia de buscar ayuda profesional si fuese necesario: "Si hay una relación muy deteriorada con la comida, por mucho que se intente disfrutar sin culpa, hacerlo será difícil si no se ha trabajado previamente". En esos casos, señala, contar con apoyo profesional "va a ser la clave".