Activistas se concentraron cerca del recinto, con máscaras gigantes que representaban a líderes mundiales recostados en hamacas, un recordatorio visual de que el progreso sigue siendo lento.
Sostienen que décadas de cumbres climáticas han generado compromisos y no transformación, mientras las temperaturas aumentan y la Amazonia se debilita.
Los defensores del medio ambiente, en particular las comunidades indígenas, siguen enfrentándose a amenazas y exclusión.
Muchos describen este año como el momento de la aplicación y no de los discursos, y piden a los líderes que actúen con verdadera determinación.
El contraste entre las ambiciones climáticas de Brasil y la expansión en curso de los combustibles fósiles añade tensión y plantea dudas sobre la credibilidad y la responsabilidad.