A menos de tres semanas de las elecciones en el Reino Unido, conservadores y laboristas se esfuerzan por arañar votos que rompan el empate que
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A menos de tres semanas de las elecciones en el Reino Unido, conservadores y laboristas se esfuerzan por arañar votos que rompan el empate que reflejan los sondeos, de entre el 32 y el 35 por ciento.
David Cameron aparecía de esta guisa en un templo sij al sureste de Londres, una comunidad de 400 000 almas, consciente de que las minorías votan laborismo.
Ed Miliband centraba su discurso en uno de los temas clave para los británicos, el trabajo, y prometía perseguir la explotación laboral de los inmigrantes, que también deteriora las condiciones de trabajo de sus compatriotas.
Reconoció el error de los recientes Gobiernos laboristas por no haber contenido la inmigración masiva tras la ampliación al Este de la Unión Europea.
Y criticó a Cameron por querer endurecer la política de inmigración para frenar al tercero en liza, el ultraderechista Nigel Farage del UKIP, que con un trece por ciento de intención de voto explota su eurofobia y su imagen de británico de a pie.
El Partido nacionalista escocés, con proporcionalmente mayor representación en el Parlamento, ofrecía a Miliband su apoyo para impulsar medidas antiausteridad y evitar que los conservadores repitan mandato.
Los liberaldemócratas de Nick Clegg, coaligados con Cameron en esta legislatura, cuentan con un respaldo de un nueve por ciento de los votantes.
Los comicios del siete de mayo que elegirán al nuevo inquilino del 10 de Downing Street serán los más reñidos de los últimos cuarenta años.