Baltimore, en toque de queda y vigilada por miles de policías y miembros de la Guardia Nacional. Las autoridades intentan recuperar así el control
Baltimore, en toque de queda y vigilada por miles de policías y miembros de la Guardia Nacional.
Las autoridades intentan recuperar así el control de la situación tras una noche de graves disturbios en esta ciudad estadounidense a sesenta kilómetros de Washington.
Muchos voluntarios limpian las huellas del caos: 202 manifestantes fueron detenidos, quince policías sufrieron heridas, seis de ellos de gravedad. 144 vehículos y 19 edificios fueron pasto de las llamas. Se produjeron saqueos en tiendas y supermercados.
La violencia se desató tras el funeral de Freddie Gray, un joven negro de 25 años que murió el pasado día 19 por una lesión en la médula espinal mientras estaba bajo custodia policial, en circunstancias que se están investigando.
Su familia pidió contención, pero muchos adolescentes comenzaron a lanzar ladrillos, botellas y demás objetos contra las fuerzas del orden.
“Estoy sufriendo, pero no quiero que salgáis a la calle”, pedía la madre de la víctima. “Quiero que pidáis justicia para mi hijo. Pero no lo hagáis así. No destruyáis la ciudad entera solo por él. Es un error”.
Este martes las escuelas han permanecido cerradas, mientras las autoridades piden a los padres que vigilen a sus hijos.
El toque de queda estará en vigor durante una semana entre las diez de la noche y las cinco de la mañana.
Acabar con la violencia policial contra ciudadanos negros desarmados, como en Ferguson, Nueva York o Carolina del Sur será uno de los retos de la nueva jefa del Departamento de Justicia Loretta Lynch, que este lunes juró su cargo.