Japón abre las puertas a un acontecimiento histórico. El pasado año, el emperador Akihito dejo entrever la posibilidad de abdicar como consecuencia de la merma progresiva de su estado de salud lo que, según dijo, le impediría completar sus tareas con la misma entrega que lo había hecho hasta el momento.
Ahora el Gobierno nipón ha aprobado un proyecto de ley que permitirá la renuncia del mandatario, de 83 años, por primera vez en el país en los últimos doscientos años. En principio la fecha prevista para que el testigo dinástico pase a su hijo Naruhito es diciembre de 2018, cuando haya cumplido tres décadas en el cargo. La legislación hasta ahora vigente y que data de 1947 impedía que el emperador abandonase sus funciones.