Un régimen de ‘apartheid’. Así califica Amnistía Internacional (AI) la situación bajo la que Birmania tiene sometidos a los rohinyás. La organización ha sacado a la luz este martes un informe tras una investigación de dos años en la que concluye que existe una discriminación institucionalizada del Estado contra esta minoría que se asemeja a la vivida por ciudadanos negros en Sudáfrica.
“Especialmente en los últimos cinco años, el estado de Rakáin se ha convertido en una prisión a cielo abierto para las minorías musulmanas en general y en particular para los rohinyás. El sistema básicamente parece designado para hacer sus vidas tan humillantes y con tan poca esperanza como sea posible”, ha criticado Anna Neistat, directora de investigación de AI.
La líder de facto birmana, Aung San Suu Kyi, participa en la reunión Asia-Europa que tiene lugar en Nayipidó, la capital, y en la que hay representantes de 51 países. Según sus palabras, en esta crisis “nada se puede arreglar de la noche a la mañana, pero creemos que seremos capaces de hacer progresos estables”.
Las fricciones entre Birmania y Bangladesh son evidentes después de que más de 600.000 rohinyás hayan huido a este último país desde el pasado mes de agosto. Grupos de derechos humanos han acusado al Ejército birmano de crímenes como violaciones en grupo y otras atrocidades.