Bruselas y Ankara escenifican sus diferencias en una cumbre de la que no sale ningún acuerdo
La cumbre entre la UE y Turquía en Bulgaria ha servido básicamente para que ambas partes escenifiquen sus diferencias. Bruselas está condenada a entenderse con Ankara si quiere que se mantenga en pie el acuerdo de control migratorio, aunque está preocupada por la deriva autoritaria del Erdogan.
"Damos la bienvenida a los avances en los últimos meses con algunos de nuestros estado miembros, pero tenemos serias preocupaciones sobre las acciones turcas en el Mediterráneo oriental y en el Mar Egeo, así como con la detención de ciudadanos europeos", dijo el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Los encontronazos marítimos y aéreos entre Grecia y Turquía, que no reconoce la soberanía helena de algunas de las islas del Egeo oriental, se han incrementado en los últimos tiempos, algo unido a la escalada en la retórica bélica entre ambas partes.
"Turquía y la Unión Europea tienen una alianza estratégica a largo plazo. Si Europa, que dice ser un poder global, aparta a Turquía del proceso de ampliación, cometería un grave error", aseguró por su parte el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
Los líderes europeos declararon tras la cumbre que no han recibido información concreta de Ankara sobre un gran abanico de asuntos, desde sus operaciones en Siria al encarcelamiento de periodistas.