Kavakos y su stradivarius Wilemotte, una historia de amor

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Por Katharina Rabillon
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Lo suyo con el violín es una historia de amor. El que toca actualmente, es un stradivarius Wilemotte, que descubrió hace 24 años, pero que no llegó a sus manos hasta 2017. Un reencuentro con química.

El violinista griego Leonidas Kavakos toca desde hace bastante tiempo con Stradivarius. Aunque hubo uno, bautizado Wilemotte, que cruzó su camino hace 24 años y le impresionó sobremanera. En aquel entonces no estaba en venta. Pero el año pasado descubrió que el preciado violín construído en 1734 estaba disponible.

"Los violines son como los seres humanos, cuando te interesa alguien no olvidas su cara", asegura Leonidas Kavakos. El virtuoso griego tiene alma de lutier, le apasiona saber cómo están construídos los instrumentos. Comenta que "Antonio Stradivari construyó éste cuando era muy mayor. Antes de nada me gustaría decir que es asombroso que un hombre de esa edad, vivió 93 años, construyera instrumentos hasta el último momento. Es un milagro".

La firma sigue siendo la flor y nata de los violines y un sueño para muchos concertistas. Refiriéndose a Stradivari, Kavakos dice que era "una de las pocas personas que fabricaban violines. En cualquier caso fue uno de los lutieres más famosos. Stradivari ya fabricaba instrumentos para los Médicis y recibía encargos de las familias más importantes de la época. Cuando llegó a cierta edad, pidió a sus hijos que lo ayudaran. Sin embargo, lo que impresiona es que, de vez en cuando, aparece un instrumento en concreto en el que no se ve ninguna interferencia de sus hijos. Y sí, éste es uno de ellos. Experimenta, experimenta todo el tiempo con el modelo que está buscando. Y va cambiando. Incluso cuando se hizo famoso siguió buscando, no repetía la misma idea preconcebida. Cambiaba todo el tiempo. Es increíble. Todos prodíamos aprender de eso", apostilla.

La excelencia no pierde pie. Según Kavakos, "estos instrumentos se construyeron antes de la época de Mozart, cuando la orquesta y todo lo que rodea a un concierto era totalmente diferente. Y seguimos utilizando las mismas cajas, el mismo cuerpo del instumento, hay ciertos cambios menosres, que nos permiten tocar sin micrófonos en los halls y ante grandes orquestas", comenta.

Adoptar un instrumento es también dejarse adoptar por él. "Es asombroso porque es idéntico a lo que ocurre con un ser humano. Sientes una química, una especie de interacción, de energía ¿sabes? que fluye entre el instrumento y tú, y entonces se crea una atmósfera especial. Así son los grandes instrumentos", concluye.

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