Los líquenes y la erosión por el oleaje y el viento pueden convertir a las famosas esculturas de piedra en simples rectángulos.
En apenas 100 años, los famosos Moái que presiden la isla de Pascua podrían verse reducidos a simples rectángulos de piedra.
Las cabezas gigantes talladas hace siglos por los Rapa Nui, se enfrentan a la amenaza de los líquenes, unos microorganismos compuestos por hongos y algas que carcomen las esculturas y las acaban deformando. En algunos, ya se pueden apreciar las manchas blancas producto de su acción.
La erosión de las costas causada por un oleaje más fuerte también pone en riesgo a los moái.
Aunque es una de los principales atracciones turísticas de la isla, no existe un fondo gubernamental destinado a preservar todo el patrimonio pascuense. En este caso, son las comunidades locales las que destinan una parte de los ingresos por turismo en reparación y protección, para preservar lo que ellos llaman su única "fuente de petróleo".
Según estimaciones preliminares de autoridades locales y expertos, el costo total de la restauración podría alcanzar los 500 millones de dólares.