El papa dedicó la segunda y última jornada de su visita a Marruecos a la pequeña comunidad católica de cerca de 25.000 personas, formada por inmigrantes. Pidió a los fieles católicos, que no cayeran ni en el odio ni en la venganza, que aseguró "acaba con el alma de los pueblos".
El papa dedicó la segunda y última jornada de su visita a Marruecos a la pequeña comunidad católica de cerca de 25.000 personas, formada por inmigrantes. Pidió a los fieles católicos, que no cayeran ni en el odio ni en la venganza, que aseguró "acaba con el alma de los pueblos".
Francisco saludó al monje Jean Pierre Schumacher, superviviente de la matanza del monasterio trapense de Tibéhirine en Argelia donde secuestraron a doce personas y asesinaron a siete monjes.
Hizo un llamamiento a la conciliación."Puede que la caridad sea también un sendero de diálogo y cooperación con nuestros hermanos y hermanas musulmanes, y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad".
Antes de dejar Marruecos pidió a los católicos que se dedicaran a convivir con sus vecinos musicales, no a convertirlos.
Marruecos permite la libertad de culto, pero castiga el abandono del islam a sus ciudadanos, por lo que quienes cambien de religión tienen que practicarla en secreto.