Incertidumbre y desconfianza en las tres jornadas de reflexión que está viviendo Bolivia antes de las elecciones generales del domingo. Por vez primera desde que accedió al poder en 2006 el presidente Evo Morales no las tiene todas consigo y su principal rival, Carlos Mesa, aspira a todo.
Incertidumbre y desconfianza en las tres jornadas de reflexión que está viviendo Bolivia antes de las elecciones generales del domingo. Por vez primera desde que accedió al poder en 2006, el presidente Evo Morales (que sigue siendo el favorito en los sondeos) no las tiene todas consigo y trata a toda costa de evitar una segunda vuelta en la que todo podría pasar.
"En estas elecciones, nuevamente, vamos a dar paliza (ganar con claridad) a los vendepatrias, vamos a dar paliza a los neoliberales, vamos a dar paliza a quienes privatizaron nuestros recursos naturales", clamaba el presidente en el mitin del cierre de campaña.
Paliza o no, parece muy poco probable que Evo Morales consiga más del 40% de los votos en la primera ronda con 10 puntos de ventaja sobre el segundo candidato más votado, las condiciones para evitar una segunda vuelta en la que su principal rival, el expresidente Carlos Mesa, aspira a todo.
Algunas encuestas le sitúan unas décimas por delante de Morales, el presidente con más años en ejercicio en Latinoamérica. Las refriegas entre partidarios de Mesa y de Morales, y de estos últimos con la polícía, que se registraron el martes en la ciudad de Santa Cruz dan muestra de un clima de tensión creciente y de desconfianza mutua que podría acentuarse de cara a una más que probable segunda ronda.