El Gobierno quiere abrir centros con capacidad para 20.000 personas y duplicar las deportaciones de migrantes a Turquía.
Los habitantes de las islas del Egeo declaran la guerra al Gobierno por sus planes de construcción de nuevos centros de migrantes. La madrugada del martes ha sido especialmente violenta en Lesbos y Quíos, donde se han vivido enfrentamientos entre los locales y la policía.
Los choques comenzaron con la llegada a sendos puertos de maquinaria para las obras de construcción de nuevos centros cerrados escoltados por agentes antidisturbios y camiones de policía. Cientos de vecinos y autoridades locales se unieron para intentar bloquear el paso construyendo barricadas con camiones de basura, rocas y otros objetos. La llegada de refuerzos policiales caldeó aún más los ánimos y algunos vecinos respondieron lanzando piedras y cócteles molotov.
Actualmente más de 42.000 personas viven hacinadas en campos insalubres con capacidad para acoger a 6.000 tanto en Lesbos, Quíos, Samos, Leros y Kos. El Gobierno conservador griego pretende cerrar los centros existentes y abrir los nuevos, con capacidad para 20.000 personas lo antes posible. Completamente insuficiente según los habitantes de las islas, poco convencidos con la promesa del Ejecutivo del Ejecutivo de aumentar las deportaciones a Turquía hasta alcanzar las 200 semanales, prácticamente el doble que en 2018.
Estas medidas -junto con la promesa de construir una valla marítima en la costa norte de Lesbos- han desatado también el pánico en los campos de refugiados: la semana pasada los migrantes organizaron varias manifestaciones, una de las cuales fue reprimida por la policía de forma muy violenta.