Vídeo-diario: Maxime, repartidor de comida para la gente sin hogar en la crisis del COVID-19

Maxime es un joven francés que reparte comida a la gente sin hogar durante la crisis del COVID-19.
Maxime es un joven francés que reparte comida a la gente sin hogar durante la crisis del COVID-19. Derechos de autor Maxime Klimaszewski
Por Natalia Oelsner
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Para cientos de personas sin hogar, el confinamiento no fue sinónimo de encierro, sino de hambre e incertidumbre, incluso más que de costumbre. Pasamos un día con Maxime, un joven que reparte comida en las calles de Lyon.

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El martes 17 de marzo, las calles de Francia se vaciaron. El confinamiento había comenzado y las instrucciones del Gobierno francés eran claras: "quédense en casa". ¿Pero a dónde vas cuando vives en la calle?

Para cientos de personas sin hogar, el confinamiento no fue sinónimo de encierro, sino de hambre e incertidumbre, incluso más que de costumbre. ¿Qué hacer si te enfermas? ¿De dónde sacas comida cuando el mundo se ha parado por el nuevo coronavirus?

Desde el comienzo de la crisis, las asociaciones que ayudan a la gente sin hogar se enfrentaron a problemas sin precedentes. Aunque las ganas de ayudar seguían ahí, las circunstancias habían cambiado. Ahora los voluntarios necesitaban material de protección, escaso en esos momentos, y muchos de los habituales eran ancianos, la población más vulnerable.

Maxime Klimaszewski
Maxime repartiendo comida a la gente sin hogar en Lyon.Maxime Klimaszewski

Fue entonces cuando jóvenes como Maxime Klimaszewski decidieron entrar en acción. El muchacho de 28 años se unió al movimiento ciudadano #PourEux, una iniciativa creada durante el confinamiento para distribuir comida a la gente sin hogar en varias ciudades de Francia.

El proyecto funciona de manera sencilla, a través de una aplicación. Primero, los cocineros registran la comida que han preparado en el sitio web, y luego, los repartidores la recogen y la distribuyen a las personas que más la necesitan.

Para Maxime, no se necesita mucho para "devolver la sonrisa a algunas personas".

"Creo que cada uno puede ayudar a su manera. No se necesita ni mucho tiempo ni mucho dinero y se puede ayudar a mucha gente", afirma el joven.

Maxime Klimaszewski
Maxime recogiendo comida de un cocinero voluntario.Maxime Klimaszewski

Françoise, una cocinera voluntaria, también está feliz de participar en esta iniciativa. Aunque su edad no le permite estar al frente de la batalla, se une a la lucha desde su cocina. Los almuerzos que prepara siempre están compuestos de una entrada, un plato principal y un postre, aunque a menudo también escribe unas cuantas palabras para acompañar su comida:

"Buen provecho y que tenga un buen día soleado. Estamos muy felices de compartir esta comida con usted. Esperamos que la alegría sea mutua".

Natalia Oelsner
Françoise lee la carta que escribió para acompañar la comida que preparó.Natalia Oelsner

Después de dos meses de entregas, Maxime ha creado lazos con la gente que frecuenta. Una de estas personas es Eric, un hombre apasionado por la lectura que vive en las calles de Lyon. Disfruta compartiendo libros con Maxime y a cambio recibe comida "hecha con amor".

Para Eric, la solidaridad de la gente de su barrio fue esencial para mantenerse firme durante la crisis. Sin embargo, a diferencia de la vida de sus vecinos, la suya no dará un giro con el desconfinamiento.

"Estoy confinado aquí o allá", dice Eric.

Oelsner, Natalia
Maxime entregando comida a Eric, un hombre sin hogar que vive en las calles de Lyon.Oelsner, Natalia

¿Hacia un aumento del número de muertos en la calle?

La fundación Abbé-Pierre estima que a finales de 2019 en Francia, alrededor de 250.000 personas vivían en alojamientos de emergencia o en centros para solicitantes de asilo. Además, cuatro millones de personas no carecerían de una vivienda adecuada. Sin embargo, no existen cifras precisas sobre el número de personas sin hogar, aquellas que viven en la calle y buscan refugio debajo de un puente o en el banco de algún parque. Eric es sólo una de ellas.

Para hacer frente a la crisis del COVID-19, Francia ha abierto centros especiales para tratar a las personas sin hogar que no necesitan hospitalización. El presidente Emmanuel Macron también ha extendido las medidas implementadas en invierno para proteger a la población más vulnerable. Los alojamientos invernales seguirán abiertos hasta el 31 de mayo y los propietarios no pueden expulsar a sus inquilinos hasta la misma fecha. Sin embargo, a pesar de estas medidas, todavía no hay espacio para todos.

La situación de las personas sin hogar parece estarse agravando estos últimos años, especialmente para las familias y niños. En su informe anual, la fundación Abbé-Pierre advierte que en noviembre de 2019, entre 500 y 700 niños eran rechazados cada noche en los alojamientos de emergencia de París, según varias asociaciones.

Según la asociación Centre d'Action Sociale Protestante (CASP), en 2019 nacieron 158 bebés en las calles de la capital francesa, contra 100 en 2018 y 49 en 2017. Pero mientras unos llegan, otros se van para siempre. El colectivo "Les Morts de la Rue" (Los Muertos de la Calle) estima que en Francia, 495 personas murieron en la calle en 2019 y 683 en 2018. Con la pandemia del COVID-19, las cifras podrían ser mucho más altas este año.

Editor de vídeo • Thomas Duthois

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