Trump ordena sacar masivamente al Ejército a las calles para sofocar las protestas. "Estoy enviando miles y miles de soldados" anunció el mandatario, que ha calificado los disturbios de 'terrorismo interno' y 'ofensa a Dios'
Quienes esperaba de Donald Trump un discurso a la nación de unidad y apaciguamiento frente a los disturbios raciales se equivocaron. El mandatario ha ordenado el despliegue de "miles y miles de soldados, fuertemente armados" en Estados Unidos para sofocar la violencia, que ha calificado de "terrorismo interno" y de "ofensa a Dios".
Con el país incendiado por la ira y las protestas a cinco meses de las elecciones presidenciales, Trump elige la mano dura y la confrontación. La imagen más impactante, la de la propia Casa Blanca, símbolo máximo del poder estadounidense, acosada día tras día por los manifestantes.
"Hoy he recomendado encarecidamente a todos los gobernadores que desplieguen la Guardia Nacional en número suficiente para que dominemos las calles. Los alcaldes y gobernadores deben establecer una abrumadora presencia policial hasta que la violencia haya sido sofocada", anunció Donald Trump.
"Estoy enviando miles y miles de soldados fuertemente armados, personal militar y oficiales de la ley para detener los disturbios, saqueos, vandalismo, asaltos y la destrucción gratuita de la propiedad".
"No son actos de protesta pacífica, son actos de terror interno. La destrucción de vidas inocentes y el derramamiento de sangre inocente es una ofensa a la humanidad y un crimen contra Dios. América necesita creación no destrucción, cooperación no desprecio, seguridad no anarquía".
Tras su discurso, Trump ha ido a pie, rodeado de un fuerte despliegue policial y de medios de comunicación, hasta una iglesia cercana, ante las que seha mostrado con una biblia en la mano.
En la llamada a los gobernadores, filtrada a la prensa, el presidente les pide que "detengan y metan diez años en la cárcel" a los violentos.
El candidato demócrata a la Casa Blanca **Joe Biden ha acusado a Trump de utilizar el ejército estadounidense para controlar a su propio pueblo.
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