Octubre 2019: Bolivia se dirige a unas elecciones históricas. Por primera vez, Evo Morales podría enfrentarse a una segunda vuelta. Su rival, el expresidente Carlos Mesa ha pedido los votos de la oposición para acabar con 14 años de mandato. Y aunque se espera que los resultados sean reñidos, nadie se imagina que Morales no tendrá la oportunidad de revalidarse como presidente, ni Mesa de hacerse con el mando.
Lo que pasó a continuación tuvo todos los giros argumentales dignos del 2020.
Tras interrumpirse el conteo de votos preliminares, Morales fue acusado de fraude. Le siguieron 21 días de intensas protestas que dejaron varios muertos y heridos.
Las Fuerzas Armadas sugirieron su renuncia y horas después, el primer presidente indígena estaba dimitiendo a su cargo y volando hacia México. Denunció un golpe de Estado. Sus opositores lo llamaron justicia. Jeanine Áñez, una desconocida en la política boliviana, se convirtió en la segunda mujer presidenta de Bolivia por sucesión constitucional.
Entonces, cuando las aguas comenzaban a volver a su cauce, Áñez convocó unos nuevos comicios en mayo, sin imaginar que poco después llegaría la pandemia del coronavirus.
Y las elecciones se aplazaron, repetidas veces, primero hasta septiembre, y luego hasta octubre 2020.
Octubre 2020: un año y una pandemia más tarde, Bolivia volverá a votar. Y el país andino, que ha visto más cambios durante los últimos 365 días que en la última década, paradójicamente no ha vivido un vuelco electoral.
Los seguidores del Movimiento Al Socialismo (MAS), marcado por el personalista mandato de Morales, esperan el regreso de su partido al poder, aunque con un nuevo liderazgo. Su heredero ha sido elegido: Luis Arce, fiel ministro del exmandatario desde su primer hasta su último día. Sus opositores dicen hacer todo para impedir su retorno, pero una vez más, sin unificar fuerzas. Sus votos se dividen entre dos partidos: el de Carlos Mesa, segundo en las controversiales elecciones del año pasado, y el de Luis Fernando Camacho, el ultraderechista que encabezó las protestas de 2019.
Con este escenario, los bolivianos vuelven a las urnas este domingo 18 de octubre, trayendo de vuelta los recuerdos de lo que pasó la última vez que fueron a votar.
La historia se repite
Aunque Arce encabeza las encuestas, debe obtener al menos el 51% de los sufragios o el 40% de los votos, con una diferencia de 10 puntos con el segundo para ganar en una primera vuelta. Si esta diferencia no es suficiente, los dos primeros candidatos irán a balotaje.
Como en 2019, las encuestas sitúan a Carlos Mesa en segundo lugar. Pero, como pasó en los pasados comicios, un tercer elemento disruptivo podría impedir una segunda vuelta. Aunque varios partidos han declinado su candidatura para no dispersar el voto, entre ellos la presidenta interina Jeanine Áñez, Luis Fernando Camacho no ha expresado su intención de abandonar la carrera presidencial.
“Pareciera que la misma configuración se repite”, explica a Euronews, Franklin Pareja, politólogo y profesor de Cátedra en la Universidad Mayor de San Andrés.
¿Quiénes son los principales candidatos?
Luis Arce, el tecnócrata llamado a suceder al primer presidente indígena
Luis Arce, economista y político de 57 años, es el gran heredero del MAS. Estuvo al lado de Evo Morales desde que llegó al poder en 2006. Fue ministro de Economía durante sus tres mandatos, con una pausa de un año y medio en 2017 para tratarse un problema de salud.
Se trata de un economista de renombre mundial, al que muchos le atribuyen la estabilidad económica de Bolivia y los buenos indicadores sociales durante el Gobierno de Morales. Sus adversarios dicen que el “milagro económico” que se le atribuye nunca existió, y le reclaman no haber diversificado la economía y la dependencia hacia las materias primas exportables.
Para Marcelo Arequipa, experto boliviano en Ciencias Políticas, Arce representa una “figura más tecnócrata”, muy diferente a la de Evo Morales.
“Son personajes y moldes distintos. No tiene bases sociales que estén debajo de él. No es un líder sindical”, explica. “Probablemente sea un buen gestor público, pero muy diferente a Evo Morales, que estaba muy en contacto con los movimientos sociales”.
El candidato del MAS está heredando el voto a la izquierda, que no tiene a dónde migrar.
"Arce no está seduciendo un capital electoral en base a su figura. El voto no se va a producir por la persona”, sostiene Pareja.
Carlos Mesa, el expresidente discreto
Tras casi llevar a Evo Morales a una segunda vuelta, Carlos Mesa no se da por vencido. El candidato para Comunidad Ciudadana (CC) considera que fue víctima del supuesto fraude y espera probarlo en las urnas este 18 de octubre.
El periodista, historiador y expresidente de 67 años está lejos de ser nuevo en la política. Fue vicepresidente del Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, uno de los más polémicos del país. Su cargo le permitió llegar a ser jefe de Estado, cuando Sánchez de Lozada renunció y huyó a Estados Unidos en 2003. Pero las intensas protestas lideradas por Evo Morales y el poco apoyo del Congreso hicieron que renunciara tan solo un año y siete meses después. Para sus críticos, Mesa sería el culpable de la crisis económica que atravesó el país durante su mandato.
Este expresidente se sitúa más al centro, por lo que le ha resultado difícil convencer al electorado de derecha. Sus opositores critican su discreción y perfil bajo, y creen que no cuenta con la fuerza suficiente para gobernar al país.
Para Arequipa, el expresidente representa “indecisión” y no logra desprender el estigma de su pasado.
“Es el candidato más frágil”, afirma, y su Gobierno tendría las mismas características.
“Mantendría distancia con otros partidos políticos, lejos de pactos y alianzas, y no tendrá puentes fuertes con la élite cruceña, que vota por Camacho, ni con los movimientos sociales, que apoyan al MAS”, explica el especialista.
Para Pareja, Mesa no ha podido enamorar a su electorado. Sus votos pertenecen a una población que no quiere que vuelva el MAS.
“Esta elección se ha convertido en quienes apuestan por restaurar un proyecto político, el MAS, y quienes quieren sustituir este proyecto”, subraya el experto.
Luis Fernando Camacho, el “macho” de la ultraderecha
Algunos lo llaman ‘Macho Camacho’. Otros prefieren ‘Facho Camacho’. Ultraderechista y conservador, este empresario es uno de los nuevos líderes que han surgido tras la renuncia de Evo Morales.
Su figura se hizo popular durante la convulsión social de 2019, en la que se posicionó como líder de las protestas que exigían la dimisión del exmandatario.
Comenzó como presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, y aunque en un principio afirmó que no tenía ningún interés político, poco después anunció su renuncia como líder cívico y comunicó su candidatura para los próximos comicios.
Con la Biblia de la mano y un discurso radical que recuerda al presidente de Brasil Jair Bolsonaro, Camacho se ha ganado el apoyo de más del 10% de la población según las encuestas.
Su electorado, mayoritariamente procedente de la élite de Santa Cruz -epicentro comercial de Bolivia- ve en su carácter un líder prominente, que, a diferencia de Mesa, no cederá ante el MAS.
“Camacho es la expresión de la antipolítica, lo que lo convierte en un buen político”, explica Arequipa.
Para Pareja, Camacho cuenta con todas las características de un caudillo: “es una persona que capitaliza su electorado en base a su persona. Propio de la sociología del voto, que representa una religión, región, de la mano de la biblia, con un discurso muy radical, en base a una figura”.
Aunque el exlíder cívico no tiene posibilidades de ganar las elecciones, los votos que reúna serán decisivos en los resultados, ya que su participación fragmenta el “bloque antimasista”.
“Paradójicamente, con su participación, está contribuyendo a que gane esa fuerza que tanto combatió”, añade Pareja.
20% de indecisos: ¿A dónde irán sus votos?
Según las diferentes encuestas, a tan solo siete días de las elecciones, el número de indecisos seguía rondando el 20%. Y sus votos podrían ser clave para un eventual balotaje.
Para Pareja, el MAS puede haber llegado al máximo de su crecimiento. Y aunque es el candidato más votado, también es el que tiene más oposición. En cambio, del centro a la derecha, las opciones se disputan el mismo electorado. Y entre los diferentes aspirantes, el que tiene mayor posibilidad de crecer y agarrar indecisos sería Carlos Mesa.
Arequipa al contrario, considera que el voto de los indecisos es imprevisible.
“Ese votante indeciso, es uno que va a decidir cuando esté frente a la papeleta electoral”, explica.
También subraya que si un porcentaje de ellos se decanta por MAS, además del voto del exterior y rural, Arce podría convertirse en presidente en la primera vuelta.
¿Hacia una nueva ola de violencia?
Incendios, ciudadanos armados y calles cortadas. La violencia y enfrentamientos vividos tras las denuncias de fraude han dejado huella en la población. Es por eso que a días de las elecciones, muchos bolivianos cargan sus vehículos con gasolina y llenan de suministros sus cocinas. Temen lo que pueda pasar, no importa quién salga vencedor.
Para Arequipa y Pareja, la tensión podría subir si los resultados son muy ajustados.
“En ese caso, (los simpatizantes del MAS) podrían acusar de fraude”, explica Arequipa. “Todo dependerá de cómo de grande sea esta diferencia (entre el primer y segundo lugar)”.
Pareja concuerda en que una diferencia mínima podría generar malestar social y llevar a la fuerza perdedora a no reconocer los resultados.
“Lo ideal sería que haya una clara diferencia entre el primero y el segundo”, afirma.
Pero la sociedad boliviana está agotada de tanta violencia y combustión, señala, por lo que no cree que ocurran disturbios como los del año pasado.
Además, añade que el Tribunal Supremo Electoral “está bajo lupa” después de lo acontecido, y que en caso de “no dar la talla en términos técnicos e institucionales, habrá problemas”.
¿Qué pasaría en una segunda vuelta?
Los expertos coinciden en que una segunda vuelta se llevaría a cabo entre Arce y Mesa. Pareja considera que, de ser el caso, el segundo saldría ganador, ya que todas las fuerzas contrarias al MAS se unirían en su contra.
Sin embargo, subraya que la segunda vuelta es menos importante, porque en la primera se determina el poder.
“Se define la correlación de fuerzas, qué cantidad de diputados va a tener cada fuerza, y esto es determinante para saber si a futuro se va a contar con márgenes de estabilidad, sostenibilidad y gobernabilidad”.
La pacificación del país, entre los retos del próximo gobierno
Para Pareja, el nuevo líder se enfrentará a una crisis múltiple, independientemente de quién sea. Entre los puntos más importantes menciona la reactivación económica, la mejora del sistema sanitario, la reinstitucionalización del sistema democrático y la pacificación del país.
El analista añade que la gestión del nuevo gobierno cambiará completamente, ya que, a diferencia del Gobierno de Morales, tendrá márgenes de debilidad y una oposición fuerte.
"Morales no tenía oposición, tenía mayoría absoluta, no necesitaba negociar con nadie. Ahora el gobierno va a tener que entrar en la dinámica de la negociación y al ejercicio de establecer consensos", explica.
"Es democrático y rompe la excesiva concentración en una sola fuerza".