La erupción del cráter situado en la montaña Fagradals no ha supuesto ningún riesgo para la población.
Un volcán en la península de Reykjanes escupiendo lava este viernes ha dejado una imagen inédita en la región. Las dos pequeñas corrientes de material incandescente se podían ver desde la capital de Islandia, Reikiavik, situada a tan solo una treintena de kilómetros.
Los temblores de tierra diarios de las últimas semanas en la región advertían de una posible erupción, como detalla Pall Einarsson, profesor de geofísica: "Esta erupción no fue una sorpresa. La nación ha estado esperando con la respiración contenida durante tres semanas esperando esta erupción. Ha habido una larga preparación. Han pasado 15 meses desde que la actividad sísmica comenzó a aumentar significativamente en la península de Reykjanes."
El Departamento de Gestión de Emergencias no prevé evacuaciones porque el volcán está en un valle remoto, a unos 2,5 kilómetros de la carretera más cercana. Fannar Jonasson es alcalde de la localidad de Grindavík: "Creo que ahora la gente está bastante relajada. Ha habido un creciente cansancio debido a estos importantes e incesantes terremotos que no dejan dormir a la población y que han sido muy difíciles de soportar. La ansiedad ha ido creciendo y algunos han dicho, 'si va a haber una erupción, mejor que venga. Que sea pequeña y ordenada en una buena ubicación, si eso significa que los temblores disminuyen y nos libramos de esta presión'`".
El suceso es un acontecimiento histórico. El volcán de la montaña Fagradals llevaba 6.000 años inactivo, y la península de Reykjanes no había visto una erupción en 781 años.