Varios estados costeros se están preparando para recibir a los turistas nacionales, entre ellos, el estado de Schleswig-Holstein. Euronews investiga cuál es el plan de seguridad sanitaria que intentará mantener a raya los contagios de COVID-19
A pesar de que el clima no es el más propicio en estos momentos en Alemania. Decenas de turistas preparan sus maletas para viajar a las localidades costeras del país después de que se anunciara la reapertura de alguna de ellas.
Los hosteleros y dueños de comercios turísticos han recibido la noticia con optimismo, luego de meses de duros confinamientos debido a la COVID-19.
La reapertura está sometida a varias medidas sanitarias, las mascarillas son obligatorias en los espacios concurridos y cada visitante deberá presentar dos pruebas PCR negativas y estar dispuesto a realizarse otras más durante su estadía.
Pese al alivio de los comerciantes, médicos y políticos advierten que la amenaza de la enfermedad aún no ha desaparecido. La movilidad entre regiones podría traer consigo otra explosión de contagios si no se siguen las medidas adecuadamente.
"El riesgo está bastante claro. En el estado de Schleswig-Holstein tenemos una tasa de incidencia baja en este momento, pero ahora los turistas de todas partes del país vienen con tasas de incidencia significativamente altas", asegura el médico y profesor del hospital universitario de Schleswig-Holstein, Jan Rupp.
Cuando se trata del impacto de la COVID-19 en el turismo, Alemania no es una excepción. Las estancias en hoteles en marzo de este año descendieron más de un 72% en comparación con marzo de 2019.
Pero iniciativas como estas podrían ser una señal positiva para la industria. Sin embargo, el ministro de Sanidad, Jens Spahn, ha alertado a los estados alemanes que sean cautelosos a la hora de relajar las normas ya que se corre el riesgo de dilapidar todo lo que se ha conseguido.