La presidenta Maia Sandu disolvió el parlamento después de que la más alta instancia declarara inconstitucional el estado de emergencia
Optar por reformas de corte occidental o seguir bajo la influencia de Moscú. Esa es la cuestión que se dirime en las elecciones legislativas que este domingo se celebran en la exrepública soviética de Moldavia, el país más pobre de Europa con una población de tan solo tres millones y medio de personas.
Pese a tañer solo 15 escaños de un total de 101, el Partido Acción y Solidaridad (PAS), de corte reformista, parte como favorito en las últimas encuestas. Su principal rival es el bloque que reúne a socialistas y comunistas, mayoritario en la cámara tras las elecciones de 2019. Está segundo en los sondeos a tan solo unas décimas del partido que los lidera..
Los votantes mantienen esperanzas de "cambios para mejor, para poder vivir bien en nuestro país, no tener que ir a trabajar al extranjero". Aunque también admiten que "en cuanto a las acciones... hasta ahora ha habido pocas, sólo palabras." Otro ciudadanos alaba el papel de la actual jefa de Estado, Maia Sandu, que "está luchando realmente contra la corrupción y quiere luchando en en el futuro. Su equipo tiene una estrategia y planes para esta lucha. Estarían representado por un parlamento en el que 51 diputados serían del partido de Maia Sandu."
La actual presidenta y exlíder del PAS forzó estos comicios después de que la más alta instancia judicial del país declarara inconstitucional el estado de emergencia impuesto para frenar la pandemia.
Su aspiración ahora es utilizar su victoria en las presidenciales del pasado año para impulsar un gobierno reformista con el que trabajar codo con codo.